Cualquiera que haya leído esa epifanía que es El libro de la selva sabe que el concepto de manada es un concepto amable. Que, sin el cobijo del grupo de lobos, la ranita desnuda que era Mowgli (eso quiere decir su nombre), no hubiera tenido opción de sobrevivir. Y, desde luego, no hubiera podido hacerlo sin la defensa feroz que hizo de él su madre, a la que llamaban Raksha (el diablo). No sé de derecho, puedo no entender muchas cosas y, francamente, no sé si la indignación me daría margen para entenderlas. Sólo sé que si lo que recoge la sentencia del caso de La Manada no merece entrar en los supuestos de intimidación y violencia, lo mismo habría que revisar qué entiende nuestro corpus legal por intimidación y violencia. Sí sé que esos cinco individuos no merecen la definición de manada que tiene mi memoria sentimental. Nosotras, en cambio, sí la merecemos.

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