Hasta el Congo

La duda ofende

Se han puesto de moda los ofendidos. Hay quien les dice "ofendiditos", en diminutivo, como despectivamente. Hay que aclarar que el ofendido y el susceptible son especies distintas. El susceptible es un aburrido cinco estrellas, que busca y rebusca en cada verso un motivo de mosqueo. El ofendido es más puntual. Disfruta de un repertorio, pero ¡ay! llega ese chiste o esa frase que va más allá de su discrepancia, y le toca los sentimientos políticos, religiosos o morales. Se ofende. Reacción comprensible. Imaginen que el Cádiz pierde mañana seis a cero en Alcorcón (noloquieradió) y el lunes un cuarteto de Alcorcón llega y se cachondea de la goleada. Yo como socio cadista me ofendo. Tengo derecho a ello. Pero ¡Ojo! Jamás prohibiría que se cantara. Para unos sería un chufleo y para mí no. Punto. Pero por favor, la plataforma antiofendiditos, que no me obligue a reírme con algo que no me hace gracia, con la excusa de "Esto es Carnaval", porque ¡coño! ¡No me hace gracia! Yo mismo habré escrito multitud de pamplinas que habrán ofendido a peperos, socialistas, cofrades pro-costal o monárquicos. Desde aquí aprovecho que si se ofendieron, los entiendo. No les pido que pongan buena cara si no les apetece. Es lo normal.

Luego están los que no entienden que alguien se ofenda en Cannavá, porque es Cannavá. A los antiofendidos les ofende que la gente se ofenda, con lo que automáticamente pasan a ser ofendidos también, entrando en un bucle espacio-tiempo sin fin. Y a mi lo que me ofende es que un antiofendido me diga que no me puedo ofender, e intente explicarme lo que es el Cannavá y su sentido. A un servidor, que se ha vestido de Franco, de Rajoy, de Jesucristo y del del medio de los Village People. La ofensa forma parte de la libertad individual de cada persona humana, y coartar que uno se ofenda es coartar su libertad también. Así que dejen que la gente se ofenda con lo que quiera. Todos somos ofendidos en potencia. Qué liazo.

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