Tribuna

José manuel castro

Miembro Asociado de Guadaliuris y secretario de la Fundación Real Betis Balompié

Por la regeneración del fútbol

Resulta grosero y humillante que un deporte como el fútbol, que nació imbuido de grandes valores, se pueda estar envileciendo de la forma que lo está haciendo

Por la regeneración del fútbol Por la regeneración del fútbol

Por la regeneración del fútbol / rosell

Lo que nació como un noble deporte está degenerando, en determinadas ocasiones, en actos de brutalidad y barbarie incalificables por parte de auténticos indeseables. Tras las imágenes poco edificantes que hemos tenido la oportunidad de ver a través de reportajes de diversas cadenas televisivas, ya va siendo hora de que se tomen drásticas medidas al respecto. Resulta grosero y humillante que un deporte como el fútbol, que nació imbuido de grandes valores, se pueda estar envileciendo de la forma que lo está haciendo como consecuencia de algunos padres, auténticos energúmenos y poco ejemplares, que pululan por los terrenos de juegos en los que sus hijos participan en competiciones de escalafones inferiores de alevines y juveniles. Personajes que pierden los papeles de tal manera que no dudan en llegar a la agresión verbal y física con progenitores de conjuntos adversarios, con árbitros y hasta con pequeños jugadores de otros equipos.

De esta manera, desde las fundaciones deportivas, amén de llevar a buen puerto el objeto para las que han sido creadas, debemos asumir, dentro de este deprimente panorama, la inevitable obligación de colaborar a regenerar este estado de cosas. Lamentablemente el espectáculo que se viene dando, con cierta reiteración, debe ser erradicado. Con independencia de la estricta aplicación de la ley por parte de los jueces a quienes las incumplan, el papel de las fundaciones debe desarrollarse desde la transmisión de la educación en valores, tanto a los jóvenes que participan en sus escuelas deportivas como a los propios padres que se preocupan por traernos a sus hijos a participar en las mismas. Y en este rol, que gustosamente asumimos, debemos partir desde la enseñanza y transmisión a los más pequeños aficionados que lo importante es disfrutar y divertirse con la práctica de su deporte favorito, el fútbol. Y si más tarde algunos llegan a ser figuras importantes en el balompié, porque revelan actitudes para ello, pues todos nos sentiremos muy satisfechos, pero nunca será nuestra misión primordial.

Sin embargo, especial énfasis debemos poner en el cuidado de la infancia, en la transmisión de valores éticos, morales y deportivos. En esa niñez que es el futuro de nuevas generaciones y que estamos convencidos que tienen que adquirir mejores costumbres. Por ello, cobran especial relevancia la transmisión de los valores deportivos basados en el respeto por los compañeros y rivales, que nunca enemigos, y así es como se aprecian muchas mejoras en los hábitos de comportamiento de los niños a la par que se promueve la integración de los más desfavorecidos procedentes de colectivos de exclusión social.

Este es un cometido que nos corresponde asumir a las Fundaciones porque siendo una realidad incuestionable que los clubes están inmersos en múltiples intereses económicos, ello le obliga a depositar el área social y la política de responsabilidad social empresarial en este tipo instituciones. Pero al mismo tiempo, debemos reclamar una cierta independencia, no solo formal y jurídica, sino también bajo el punto de vista de la autonomía de acción. Carecería de sentido que las sociedades anónimas deportivas marcaran la pauta de las acciones a emprender sin ningún tipo de respeto a la objetividad que debe prevalecer en la toma de decisiones de las Fundaciones. Estamos convencidos que las empresas, en este caso las SAD, que mejor van a ser valoradas por los socios, accionistas y la población de consumidores en el futuro son aquellas que se van a implicar de una manera absolutamente real en las políticas sociales y, para ello, hay que dejar actuar con absoluta libertad a las Fundaciones, como portadoras de la auténtica "reserva espiritual de los clubes futbolísticos".

Siendo lamentable las reacciones de determinados elementos que se llaman aficionados al fútbol, resulta mucho peor, aun, los daños colaterales que traen este tipo de iracundos comportamientos. Así es como uno se tiene que preguntar, forzosamente, ¿qué es lo que le podemos transmitir a los numerosos alumnos que los diferentes clubes tienen en sus escalafones inferiores y en las escuelas deportivas de las Fundaciones si desde los que le deben transmitir valores y enseñanzas en sus propios hogares no lo hacen? Me temo que muy poco. Pero no por ello vamos a decaer, a buen seguro, en la misión que nos hemos trazado de cara a participar decididamente en la regeneración del deporte rey.

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