Tribuna

Francisco Ferraro

Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

Las incertidumbres del nuevo año

Las incertidumbres del nuevo año Las incertidumbres del nuevo año

Las incertidumbres del nuevo año

Incertidumbre es probablemente el concepto más utilizado en cualquier análisis de prospectiva económica. Y es así porque estamos sometidos con más intensidad y cercanía en el tiempo que nunca a los avatares de lo que pueda ocurrir en cualquier parte del mundo, y porque estamos sensibilizados por una sobreinformación en la que predominan las noticias negativas y las advertencias de posibles riesgos.

Si bien en un pasado no muy lejano las incertidumbres para la economía mundial tenían su origen en los conflictos internacionales y en los años recientes en las secuelas de la crisis económica, en el presente predominan las de carácter político.

Las políticas que finalmente adoptará Donald Trump son la principal incertidumbre para la economía mundial. La subida de aranceles a las economías china y mexicana y otras medidas proteccionistas es lo que más preocupa porque puede desencadenar guerras comerciales. También los aumentos de la inversión pública y la reducción de impuestos anunciados, que pueden generar un impulso a corto plazo, pero provocar a medio plazo aumento de la inflación, de los tipos de interés y del déficit público. Por otra parte, en política exterior, sanitaria, antiterrorista, inmigratoria o medioambiental Trump ha tomado posiciones muy críticas frente a la administración Obama a lo largo de la campaña electoral, aunque en las últimas semanas ha modulado su discurso por el influjo más pragmático del ala moderada del partido republicano. En cualquier caso, las incertidumbres se han instalado con Trump, ya que se constata que sus promesas están muy lejos de ser certezas.

En el ámbito europeo la principal incertidumbre es la aplicación del Brexit. A falta de que el Reino Unido active el artículo 50 del Tratado de la Unión, queda por ver si nos enfrentaremos a un Brexit duro o blando o si, como se afirma en medios de la Comisión Europea, es imposible alcanzar un acuerdo en el plazo de dos años en los que habría que deshacer y reorganizar una complejísima relación legal, económica y comercial construida en los últimos 40 años, lo que llevaría a un Brexit de colisión. O si, alternativamente, como se alienta desde Suecia, uno de los países potencialmente más afectado por el Brexit, puede optarse por un Brentry; es decir, una salida pactada corta y una solicitud del Reino Unido de reintegración en la Unión Europea.

Otras incertidumbres políticas en la Unión Europea vienen determinadas por las elecciones en ocho países, entre las que destacan las de Francia y Holanda en primavera, donde dos fuerzas de extrema derecha tienen opciones de gobernar, y en otoño en Alemania, donde Angela Merkel se enfrenta al creciente coste de la política de inmigración, que está propiciando el ascenso del populista partido Alternativa por Alemania.

Todas las circunstancias políticas referidas son respuestas populistas a la insatisfacción de las capas medias y bajas de las sociedades occidentales al malestar por la globalización, y dificultan que los gobiernos puedan abordar las reformas profundas que permitan a sus respectivas sociedades adaptarse a los nuevos escenarios de una economía global en la que se multiplican los países competidores.

No obstante, y a pesar de las incertidumbres referidas, el FMI prevé un crecimiento mundial para 2017 del 3,4%, dos puntos superior al de 2016 y mayor que el crecimiento medio de los últimos 40 años, si bien un año más será más intenso en las economías emergentes que en EEUU y Europa.

En España parece que el peso de las incertidumbres políticas en la economía se va reduciendo. Después de años de pérdida de confianza en la clase política y de casi un año con un Gobierno en funciones, el nuevo escenario político con un Parlamento más fragmentado y sin mayoría absoluta está propiciando un clima de entendimiento que está empezando a dar pasos consensuados, como el techo de gasto presupuestario o el principio de acuerdo para un pacto por la educación, y a percibirse positivamente por los españoles. No obstante, son muchas las reformas que exigen diálogo para alcanzar los grandes acuerdos que España necesita sobre el sistema de pensiones, el encaje de Cataluña, la reforma de la Justicia o de las administraciones públicas.

En el ámbito estrictamente económico, aunque la desaceleración para 2017 es prácticamente inevitable por el cese del viento de cola del pasado año (los precios del petróleo y los tipos de interés aumentarán y no habrá impulso fiscal), es previsible un crecimiento en torno al 2,5%, lo que seguirá siendo superior en un punto a la media de la Eurozona y permitirá recuperar el nivel de PIB anterior a la crisis. Por tanto, podemos despedir esta noche a 2016 sin mucha nostalgia porque el futuro, aun con incertidumbres, es moderadamente positivo.

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