Tribuna

juan carlos rodríguez ibarra

Ex presidente de la Junta de Extremadura

Centrar al PP

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Centrar al PP

La evolución histórica de los partidos políticos de ámbito estatal en España dificulta enormemente lo que en otros países de la Europa occidental es algo normal. Me refiero al acuerdo, al consenso e incluso a las grandes coaliciones entre partidos de procedencia liberal-conservadora y socialdemócrata. En España, la representación del movimiento socialdemócrata lo representa el PSOE, nacido hace 137 años para representar y defender los intereses de una de las clases que en el siglo XIX conformaban la sociología de nuestro país, la clase obrera y trabajadora. Durante casi un siglo y medio, el partido socialista ha recorrido caminos que, en función de las circunstancias, lo hacían parecer más o menos revolucionario, más o menos obrerista, más o menos socialista. En la actualidad el PSOE se erige como el mayor y más genuino representante del centro izquierda español. A su izquierda se situaban los comunistas que evitaban la radicalización socialista so pena de ser absorbidos por ellos.

El espectro liberal-conservador hoy está ocupado por el PP, heredero de la Alianza Popular de D. Manuel Fraga Iribarne, quien procedía del franquismo y era percibido por los españoles como el ala extremista del centro-derecha que el Presidente Suárez consiguió conformar entre las distintas familias que pululaban por España en los últimos tiempos de la dictadura. Al contrario que los socialistas, el PP no tenía límites para su expansión por la derecha.

En estos momentos nadie puede defender seriamente que el PP representa al centro- derecha. Pendientes como están los españoles por las acciones de la Justicia contra algunos de sus miembros por presuntos casos de corrupción, prestan menos atención a la ideología y a la práctica política de los dirigentes y militantes de ese partido. El fracaso del PSOE y el miedo al inicial empuje de quienes estaban dispuestos a hacer la revolución escondidos y protegidos por sus nóminas parlamentarias -¡quién lo diría: revolucionarios con nóminas oficiales!- llevaron al electorado de derecha moderada a votar al PP, sabedores de que su sitio no era ese pero no tenían otro espacio político en el que refugiarse.

Fue el presidente Aznar el que forzó la deriva más reaccionaria del PP llevándolo a unas posiciones mucho más extremistas que las inicialmente propuestas por su fundador. En estos momentos, su huida de la presidencia de honor del PP debería ser aprovechada por el PSOE para intentar atraer a los populares a posiciones más centristas y centradas, de tal manera que pudiera convertirse en el heredero de la extinta UCD y no de AP. Ese paso de la derecha reaccionaria al centrismo moderado podría servir para que la socialdemocracia que representa el PSOE pudieran colaborar en un nuevo pacto institucional para España que, después, se tradujera en una reforma constitucional que adaptara nuestra Carta Magna a la realidad del siglo XXI, que nos metiese de lleno en una nueva era, la Era Digital, cuyos fundamentos más básicos no están recogidos en la Constitución de 1978 y de cuya vigencia da testimonio la casi desaparición hace poquísimos años, no más de una veintena, de un grupo de empresas de tales dimensiones, que más que un grupo era un verdadero emporio. Su producción era tan exclusiva y su demanda tan pujante que tenía, de hecho, el monopolio de toda la producción mundial. Imponía su ley a nivel global. Era tal su presencia y su grado dominio del mercado que sus productos se distribuían desde la Patagonia argentina hasta a la Laponia noruega y desde el Caribe hasta el Mediterráneo pasando por la Polinesia. Su producción tenía una demanda tan dinámica y creciente, era tan próspero su negocio que su implantación y poderío se extendía a lo largo y ancho de todo el planeta. De un día para otro, el mercado de sus productos se hundió totalmente y, hoy, el emporio ha sido literalmente barridos de la faz de la tierra. Eliminado del mercado por la gran presión ejercida por las nuevas tecnologías emergentes. El negocio en cuestión era el omnipotente mundo de la fotografía clásica y el emporio no era otro que el Grupo Kodak.

Sería por ahí, por la introducción de la sociedad digital, por donde habría que iniciar la reforma de la Constitución, ya que cuandoésta se redactó en 1978 no existía internet, ni Youtube, ni Facebook, ni Twitter, ni fibra óptica ni ninguna de las herramientas que están alterando completamente los fundamentos de la sociedad industrial.

La educación sería la segunda gran reforma que habría que pactar siempre que el centro derecha y el centro izquierda contemplen la enseñanza como un sistema público, laico y de calidad. Mientras la derecha siga defendiendo en igualdad de condiciones la introducción de la religión en el sistema educativo y la enseñanza privada, el pacto educativo resultará imposible.

El papel del Senado y la desaparición de las diputaciones sería la tercera reforma que habría que pactar si queremos un Estado federal descentralizado y eficaz.

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