Las 35 horas, un debate que no tocaba ahora

La verdadera necesidad de nuestra economía no es la reducción de la jornada laboral, sino el aumento de la productividad

Dentro de las iniciativas que está tomando en los últimos tiempos el Gobierno de España para intentar recuperar el terreno electoral perdido por el PP, según todas las encuestas de intención de voto, destaca la del Ministerio de Hacienda y Función Pública de pactar con los sindicatos CCOO, UGT y CSIF la recuperación de las 35 horas laborales semanales, uno de los beneficios de los que disfrutaban los funcionarios que se perdieron cuando estalló la crisis y el Estado tuvo que acometer un severo recorte de sus gastos. El ministro Cristóbal Montoro está dispuesto a volver a reducir la jornada de los empleados públicos, que actualmente está en 37,5 horas, e iniciar un incremento retributivo en los próximos tres años entre el 5,25% y el 8%, pudiendo en algunos casos llegar incluso al 9%. Aunque es cierto que el sector de los funcionarios fue uno de los que sufrieron los mayores ajustes durante los años de la crisis -a cambio de una estabilidad laboral blindada- y que ya es hora de que vayan recuperando capacidad adquisitiva -lo que repercutirá beneficiosamente en el consumo y, por tanto, en la economía- es inevitable ver en la medida de Montoro una maniobra de claro sesgo electoralista.

Además, no deja de resultar extraño que el ministro Montoro se empeñe en la recuperación de las 35 horas cuando la gran mayoría de los expertos económicos advierten que uno de los grandes retos que se le presentan a la economía española, una vez que ya se ha llevado hasta su límite la devaluación interna -la reducción de los salarios -, es el de la productividad; es decir, la carga de trabajo que es capaz de sacar adelante cada empleado. Evidentemente, volviendo a reducir la jornada laboral de la amplia clase funcionarial española, no se está empujando en esa dirección.

El Gobierno central ha pasado de pleitear con la Junta de Andalucía por la decisión de ésta de mantener para sus funcionarios la jornada de 35 horas a utilizar ahora esta medida como un recurso electoralista. En los próximos tiempos, probablemente, veremos movimientos en el mismo sentido, ya que parece evidente que el nerviosismo ha hecho acto de presencia en el Consejo de Ministros. Una vez más, los intereses partidarios se priorizan frente a las verdaderas necesidades de nuestra economía, que debe urgentemente aumentar su productividad para afianzar la recuperación y no perder puestos en el cada vez más competitivo ranking internacional.

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