La detención de Puigdemont cierra el círculo

Carles Puigdemont ha sido detenido en Alemania, un país con el que España guarda muy buenas relaciones judiciales y donde el delito de rebelión contra el orden constitucional está más gravado que en nuestro país. Tarde o temprano, la fuga y gira del ex presidente de la Generalitat por diversos países europeos debía terminar así, con una detención y con el estudio de la euroorden librada por el Tribunal Supremo. Lo probable es que Puigdemont sea entregado a España para ser encausado por los delitos de rebelión y de malversación de fondos. Se cierra así el círculo que el juez Pablo Llarena ha trazado alrededor de los dirigentes del golpe institucional que padeció Cataluña el pasado mes de octubre. No sólo están en prisión los miembros de ese Gobierno, sino que sin libertad o fugados están todos los líderes de ERC y del PDeCAT, a excepción de Marta Pascal, la secretaria general de este último partido. El CNI y la Comisaría General de Información han actuado bien, lo han detenido en un país donde hay certeza de una entrega. Las protestas que se vivieron ayer en Cataluña eran de esperar, tampoco fueron tan enormes como las realizaciones de televisión nos hicieron ver. Es normal que los elementos más extremos, los Comités de Defensa de la República, quieran provocar brotes de violencia, pero Cataluña ya está muy harta de esta incertidumbre. Todavía ahora veremos cómo algunos de los más desahogados, los mismos que precipitaron la investidura de Jordi Turull, intentan convocar una sesión para hacer presidente a Puigdemont. No será posible por muchas razones, penales y políticas, pero quienes intentan sostener el procés como un zombi van a presionar para activar este tipo de vías sin salida. La única institución catalana que no está afectada por la aplicación del artículo 155 es su Parlamento; corresponde a sus fuerzas políticas encontrar un candidato capaz de formar Gobierno y sacar a Cataluña de este desastre continuado. Porque desde las elecciones de diciembre, los independentistas no han conseguido nada, a pesar de contar con una mayoría para elegir a un presidente. Lo ocurrido en estos meses ha sido la victoria de la imposición de Puigdemont sobre su lista y sobre ERC, una victoria pírrica que no lleva a nada. Es hora que ERC se deshaga de esta cadena emocional y de que se abra al diálogo con el resto de los partidos. Cataluña necesita un Gobierno. Y España, también. La CUP ya no está en la línea de ningún acuerdo y los partidarios de Puigdemont, tampoco. Corresponde al resto encontrar una salida sensata.

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