Rusia aprieta en Siria y aprovecha el vacío de Trump

Una de las grandes incógnitas que abre el mandato de Donald Trump es su política exterior en materia de defensa. Sabemos, porque así lo ha explicado, que su compromiso con la OTAN y con los asuntos europeos será muy bajo, lo que sin duda alienta los planes de Putin sobre la zona rusófila de Ucrania. Pero no hay mucho más. No se sabe, por ejemplo, qué hará EEUU en aquellas zonas del mundo donde los terroristas del Estado Islámico se han hecho fuertes o donde planifican una expansión, caso de Libia. Cada día hay más evidencia de que este grupo está enviando al país norteafricano muchos de sus efectivos a medida que se va retirando de amplias zonas de Siria y de Iraq. Una Libia en manos de los terroristas supondría un elemento de desestabilización en todo el Sahel y un mal vecino para Túnez, uno de los países con más combatientes en Oriente Próximo. Mientras Trump asume el poder y decide sus políticas, el presidente ruso, Vladimir Putin, está aumentando su presencia en Siria en ayuda del régimen de Bashar al Asad. Es una estrategia de libro: aprovechar los huecos que deja el contrincante. La situación en Alepo se está haciendo insoportable en términos humanitarios. Los bombardeos en la zona este de la que fuese la segunda ciudad más importante de Siria son indiscriminados, los rusos no están respetando ni los hospitales, que, lejos de ser lugares francos, parece que se han convertido en objetivos para imprimir terror sobre los ciudadanos. El este de Alepo se quedó ayer sin su último hospital materno-infantil. En Siria, EEUU y Rusia van de la mano contra el EI, pero los aliados sobre el terreno son distintos. Lo que separa a las dos potencias es el día después. Esto es lo que ha complicado el final de este conflicto, empeorado por el papel de Turquía. El enemigo declarado de Turquía en Siria, como en Iraq, son los kurdos, precisamente los aliados sobre los que EEUU se está apoyando para recuperar las ciudades de Mosul y Raqa. Cuando Turquía tuvo que dejar actuar a la OTAN sobre Siria, la empleó contra los kurdos. La Administración Trump debe comenzar el relevo con la de Obama para tratar de impedir este tipo de vacíos. No obstante, no se puede esperar nada de la Administración Trump; es posible que ni él mismo haya pensado en sus planes en Siria y en Libia. Lo que procede es que la Unión Europea mejore, cuanto antes, la coordinación entre países y cuente con planes para un eventual empeoramiento de la situación en Libia a medida que el EI pierda los territorios en Siria e Iraq. Urge, además, y esto es lo más difícil, una mejoría de los efectivos destinados a la defensa de la UE, lo que pasa por un aumento de los presupuestos en esta materia.

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