Editorial

El PSOE que España necesita

El PSOE ha puesto en la crisis catalana los intereses nacionales y de Estado por encima de los puramente partidistas

Muy posiblemente no sepamos hasta el mismo lunes en el que vence el ultimátum del Gobierno cómo se va a plantear el que debe ser el último capítulo de la grave crisis de Estado provocado por desafío independentista en Cataluña. Pero sí se puede asegurar ya que si ese conflicto queda finalmente encauzado, como parece lo más probable, será porque las fuerzas políticas que defienden los principios de la Constitución y que representan a la inmensa mayoría de los españoles se han puesto de acuerdo para defender la cohesión nacional. En las últimas semanas, el PSOE ha recuperado el sentido de Estado y de la defensa de los intereses nacionales por encima de los puramente estratégicos o electorales. El respaldo al Gobierno en la posible aplicación del artículo 155, si ello se hiciera necesario, el establecimiento de un marco de diálogo dentro de ley en el Congreso de los Diputados y el pacto para negociar una reforma constitucional que mejore el encaje territorial demuestran que la política puede proporcionar instrumentos útiles para hacer frente a las situaciones complicadas. Pedro Sánchez ha demostrado en esta ocasión que sabe estar a las alturas de las circunstancias como secretario general del partido que siempre ha representado en España los intereses de la izquierda moderada y pragmática. Es algo que conviene subrayar y celebrar porque la dirección federal socialista había dado muestras en los últimos meses, desde la victoria de Sánchez en las primarias, de que su único objetivo era la caída de Rajoy aun al precio de destruir para ello la estabilidad institucional. El giro que el Partido Socialista ha dado a su actuación en las últimas semanas lo devuelve a la senda de la política que es útil a los ciudadanos. Vuelve a ser el PSOE que España necesita. Es el modelo, por cierto, que se ha defendido con insistencia desde el PSOE de Andalucía y del que ha sido abanderada su secretaria general, Susana Díaz. No cabe decir lo mismo, lamentablemente, de la otra fuerza que representa en el Parlamento a la izquierda española. Podemos y su principal dirigente, Pablo Iglesias, han demostrado en esta crisis que son un experimento ideológico y estratégico poco consistente. Ponerse en unos momentos de grave inestabilidad política al lado de los que quieren acabar con la unidad del país mediante procedimientos claramente ilegales es, simplemente, querer jugar con fuego. Iglesias, que está empezando a tener una importante contestación dentro de sus propias filas, sólo aspira a derrocar lo que ellos llaman el Régimen del 78 que es, precisamente, la base sobre la que se asienta el sistema que ha consolidado a España como una democracia.

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