Días después de un Pleno en el Ayuntamiento en el que la cordura se impuso a las pasiones y en el que se consiguió algo tan sencillo como que el Decano del fútbol español y una de las enseñas de la ciudad, algo que une a todos por encima de cualquier otro signo de identidad, no desapareciera, los responsables de la entidad han suscrito con Hacienda un convenio que le permitirá algo básico en cualquier entidad como es disponer de sus cuentas, de sus ingresos, sobre los que hasta ahora pesaba un embargo que, prolongado durante cuatro años, asfixiaba cualquier posibilidad de estabilidad financiera. El acuerdo ha sido calificado de "histórico" y en pocas ocasiones semejante calificativo resulta tan claro a la hora de definir lo que en la sede de la Agencia Tributaria suscribieron el presidente Manuel Zambrano y los consejeros José Antonio García Zambrano y Carlos Hita. Ahora viene la segunda parte. El aplazamiento del pago de la deuda supone la imposición por parte de quienes lo conceden, en este caso Hacienda, de unas condiciones que deben ser satisfechas sin posibilidad de negociación alguna. Cualquier empresa conoce a la perfección que esos requerimientos son de obligado cumplimiento por encima de cualquier otra disposición que se pretenda hacer frente. Hacienda cobra siempre, por encima de cualquier cosa. Lo positivo es que ya se conocen las condiciones y la disponibilidad absoluta de las cuentas, permite saber a qué enfrentarse cada año; el convenio deja poco a la improvisación y el Recre sabe perfectamente a qué atenerse. Sólo una cifra da cuenta de lo que supone esa liberación financiera del Decano; cada día, durante los últimos cuatro ejercicios, el club generó más de 600 euros diarios de una deuda que no podía pagar. Ahora sabe que se enfrenta a un rosario de deudas pendientes de pago con proveedores, empleados y plantilla que deben satisfacerse con calma pero sin pausa. La Agencia Tributaria también impone plazos para el ingreso del club en la Liga de Fútbol Profesional, lo que supondría su ascenso a la Segunda División. Eso está en manos de la menos concreta evolución deportiva de que, en definitiva, la pelota entre cuando debe hacerlo para que lo conseguido tras una dura negociación, no se malogre en los terrenos de juego. Queda pendiente, ahora que se puede encarar con más optimismo, un plan deportivo sensato y coherente que impulse al Decano a lugares más dignos de su más que centenaria historia. Lo que tampoco debe quedar al margen es la participación de una afición que respalda a su equipo y que ahora es parte del destino del mismo. Lo que unos y otros deben tener claro es que lo que está en juego es la supervivencia del Decano.

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