La Corona tranquila

La Monarquía dota a España de la estabilidad institucional necesaria para afrontar un futuro difícil

Con la sentencia del caso Nóos se cierra uno de los momentos más delicados de la Monarquía española tras su regreso al trono en 1975. Una infanta y su marido sentados en el banquillo, algún escándalo de gran redundancia mediática y un complicado cambio de monarca en unos momentos en los que el país atravesaba una profunda crisis económica, política, social e institucional hubiesen sido una dura prueba para cualquiera de las casas reales europeas. Sin embargo, la Corona española ha superado los obstáculos con responsabilidad y solvencia, demostrando que sigue siendo una institución en la que los ciudadanos podemos confiar. Si cualquier llegada al trono de un rey plantea siempre una incógnita, hoy podemos decir que Felipe VI ha demostrado en sus casi tres años de reinado que es un hombre que a su evidente preparación técnica une la inteligencia y la prudencia, atributos esenciales en un jefe del Estado. Lo demostró en la complicadísima crisis política que se desarrolló entre las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015 y las del 26 de junio de 2016, un año en el que España estuvo con un Gobierno provisional en un ambiente de continua agitación partidaria. Y lo ha vuelto a demostrar ahora, respetando escrupulosamente la acción de la Justicia en un momento en que su hermana y su cuñado estaban sentados ante un tribunal. El viernes no esperó en su despacho la sentencia, sino que mantuvo su agenda e hizo lo que los ciudadanos esperamos de nuestro Monarca, representar a la nación con tranquilidad y eficacia.

Con la figura de Felipe VI, la Corona ha experimentado un proceso de renovación que la habilita plenamente para seguir al frente de la jefatura del Estado. La Monarquía, como ha demostrado en los últimos tiempos, dota a España de la estabilidad institucional necesaria para afrontar un futuro difícil tanto en lo político como en lo económico. Si algunos han puesto en duda su papel es por un mero interés político partidario. Tal irresponsabilidad ya les está pasando factura.

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