Cataluña: riesgo sin conjurar

La apelación de ERC a recuperar la vía unilateral demuestra que una mayoría independentista repetiría sus errores

En el primer acto de campaña electoral en el que participó la todavía presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y en presencia también de su principal candidata, Marta Rovira, al seguir su cartel electoral, Oriol Junqueras, en prisión por orden del Tribunal Supremo, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) recuperó la amenaza de usar la vía unilateral para declarar la independencia, siempre que los soberanistas mantengan la mayoría absoluta en la Cámara autonómica tras las elecciones del día 21 y que el Gobierno de España se niegue a negociar bilateralmente la secesión. Así lo manifestó en el citado mitin el dirigente de Demòcrates -partido escindido de Unió- y candidato de ERC en estos comicios Antoni Castellá, sin que ni Rovira ni Forcadell le contradijesen. Todo ello pese a que la presidenta del Parlament está en libertad bajo fianza precisamente por renegar de esa vía unilateral y por aceptar hacer política bajo la legalidad constitucional. Así, esta reivindicación de la unilateralidad pone en entredicho, en primer lugar, la estrategia desplegada por los imputados por el procés para eludir la prisión mediante un poco creíble acatamiento de la Constitución y de la aplicación de su artículo 155, mediante el cual el Gobierno del Reino restableció la legalidad tras destituir al Govern que presidía Carles Puigdemont y convocar elecciones autonómicas en el menor tiempo posible, los días exactos que permiten cumplir los plazos previstos en la Ley Electoral. Y, aún más, esta apelación a volver a violentar el equilibrio del Estado viene a demostrar que los riesgos de Cataluña no están conjurados por la mera aplicación del artículo 155 y que una mayoría absoluta independentista repetiría los mismos errores de los últimos dos años que llevaron a la situación límite de destituir al Ejecutivo autonómico y convocar elecciones desde el Gobierno central. Por eso, para lo que debería servir esta reivindicación de la vía unilateral es para movilizar, más si cabe, a los electores catalanes que están contra la independencia o, al menos, contra la forma en la que se ha intentado lograr, a impedir con su voto una nefasta repetición del desastre que ha supuesto el procés, en términos políticos, sociales -Cataluña está rota en dos mitades- y económicos -porque, aunque con menor intensidad, se siguen marchando empresas de Cataluña, son casi 3.000 desde el primero de octubre, y las perspectivas económicas del país están en juego, según los analistas más prestigiosos-. También el Gobierno de Mariano Rajoy debería entender que el problema sólo se ha atajado con sus decisiones, avaladas por el Senado, al recuperarse la legalidad, pero que el riesgo de que se repita el desafío es real y hay que estar preparados para ello.

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