Todos los analistas coincidían ayer en que el principio de acuerdo alcanzado entre el Reino Unido y la UE supone una auténtica victoria de las tesis europeas frente las británicas, ya que Bruselas consigue imponerse en los tres grandes asuntos de la negociación: los derechos de los ciudadanos europeos que residen en las islas, la factura que tendrá que abonar el Reino Unido por abandonar la UE, y la frontera del Úlster. Este optimismo habría que matizarlo un poco y recordar que el Brexit sólo puede considerarse como un inmenso fracaso de la vieja idea de la unidad europea, ya que estamos asistiendo al abandono de un país que, si bien nunca fue entusiasta ni estuvo comprometido con la UE, sí era de una gran importancia económica y estratégica para la misma. Por tanto, en estos momentos sólo podemos hablar de que, gracias a la brillante táctica negociadora del encargado europeo, Michel Barnier, se ha conseguido reducir en lo posible el desastre que supone la marcha del Reino Unido de Europa.

Ante todo, es muy importante recordar que Europa ha sabido permanecer unida en todo el proceso negociador, pese a que la principal táctica de los representantes británicos, especialmente de su director, David Davis, ha sido estimular las discrepancias entre los 27, apelando a viejos nacionalismos y a las rencillas, especialmente en países como Holanda o las antiguas repúblicas comunistas. Esta vez, Europa ha permanecido unida y ha comprobado cómo la cohesión, y no los enfrentamientos vanos, es el camino para lograr los objetivos en un mundo global, multilateral y altamente competitivo.

La primera ministra británica, Theresa May, consigue desbloquear la negociación y avanzar hacia el Brexit, pero a cambio de admitir las principales reivindicaciones europeas. Si hace unos meses, los representantes británicos aseguraban ufanos que no pagarían una factura por su salida superior a los 22.000 millones de euros, ayer se supo, finalmente, que pagarán una cantidad entre 40.000 y 45.000 millones, lo que satisface plenamente las aspiraciones europeas. Asimismo, pese al discurso xenófobo que subyace en todo el proceso, la UE ha logrado que sus ciudadanos residentes en el Reino Unido sigan disfrutando de los mismos derechos y protección que hasta ahora.

Una vez bien encarada la negociación del Brexit ya sólo queda rematarla y, sobre todo, crear las condiciones necesarias para evitar que un país vuelva a desear abandonar ese gran logro de la política continental que es la UE.

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