Andamos a vueltas ahora con el Pazo de Meirás y quizá sí, ese pazo, cortijo, finca o como se llame tiene que ser un espacio público.

Ahora bien, no dejo de hacerme una pregunta: ¿si se hubieran descubierto casos de corrupción en el entorno o en la misma familia del dictador, no se hubieran evidenciado con claridad y aireado a los cuatro vientos? Parece que sólo tienen el Pazo de Meirás.

Toda dictadura es mala y el régimen franquista por el hecho de ser eso, una dictadura como una catedral, fue nefasto para nuestra sociedad, sobre la que cayeron a plomo sus garras. La brutal represión a la que sometió al país desde el inicio de la guerra hasta mediados de la década de los cuarenta fue terrible. Es una duda histórica qué hubiera pasado si los vencedores hubieran sido los otros.

Ahora bien, es una evidencia que en época franquista el país llego a ser la novena potencia industrial del mundo, el régimen tomó medidas económicas e impulso cambios estructurales a la contra de su base ideológica, aunque eso sí, a favor de corriente de la coyuntura internacional y muy probablemente por una cuestión de supervivencia.

Pero hay algo que no se puede negar al franquismo; la orientación a mejorar el bienestar de los ciudadanos.

Ello pudo hacerlo posible el régimen cuando recibió las ayudas de EEUU y se dio cuenta de que necesitaba hacer cambios estructurales en materia económica de orientación liberal y aperturista, algo que el propio dictador odiaba profundamente; pero lo permitió hacer.

Es más, y este es un dato que a menudo se obvia. El régimen franquista puso por primera vez en la historia de España el presupuesto en educación por encima del de defensa; ocurrió a finales de la década de los sesenta. Hoy el gasto en educación es menos de la mitad que el de defensa (Presupuestos Generales del Estado 2017).

Por aportar un dato irrefutable, en 1975, a la muerte de Franco España estaba más cerca económicamente de los países más importantes de Europa sin apenas deuda pública y con unos impuestos infinitamente menores. Hoy, más de cuarenta años después nuestra distancia económica es mayor, con unos impuestos disparados y una deuda pública superior a nuestro PIB. Esta realidad contrasta con la actual en el sentido de que no estamos haciendo los cambios estructurales necesarios en materia económica y del estado lamentable de nuestra educación.

El régimen franquista fue sin duda deplorable; su represión, la tristeza que proyectó en la sociedad, las heridas que propició a la cultura, la corrupción selectiva, entre tantas y tantas cosas le inhabilitan, pero la libertad de la que ahora gozamos merece algo más de lo que tenemos y por supuesto menos corrupción generalizada. El franquismo tuvo la capacidad de regenerarse desde dentro hacia algo distinto en lo que nunca creyó. ¿Se imaginan a nuestra clase política en esa tesitura?

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