A verlas venir

Si Madrid como Sevilla siguen marginándonos ¿quién nos impedirá caer en la fosa de las Marianas?

Hace ya décadas que, como el personaje del fandango, llevamos dando tumbos sin saber dónde ir: no sé si tirá pa Ubrique o tirá pa Grazalema, pa Alcalá de los Gazules o al Alosno, que es mi tierra.

Y no será porque desconozcamos la vereíta que lleva hasta la inmemorial N-435, la Huelva-Cádiz, la Autovía Minera (enlace con la Ruta de la Plata) el trazado Sevilla-Lisboa, atravesando el borde sur de la Sierra de Aracena, el desdoble de la A-49 hasta el cruce Bollullos-Almonte. El cangilón por donde desaguar la presa del Andeválo y la de Alcolea con el fin de alcanzar el sueño prometido de aquella "Huelva Verde". Ni será por la sufrida mortificación del AVE que aguardamos sin fecha y con paciencia beatífica. Ni por recuperar esa ilusión perdida en la que los "puentes de Chaves" acabaron hundiéndose en la infantil casilla de la oca. Ni por sacar del saco la ciudad de Saltés y darle una manita de lejía al Palomar de la Huerta Noble, las torres Almenaras, los templos Colombinos, las Murallas de Niebla, los fantasmales dólmenes de la provincia, desnudos y olvidados, Turóbriga, Tejada...

En este laberinto sin salida, sería preciso rescatar a Belmonte de su fosa para que nos enseñe a doblegar el dron de Arenosillo antes que lo encajonen y termine en el coso gallego y así, tal como suena, abrirnos en canal para recuperar los Chares, dignificar la sanidad sin mandangas políticas ni pasos de salón, y reescribir el cuento de una noche de verano cuyo relato trata de un aeropuerto que haría las delicias del touristmen en su peregrinar a la Bella Desconocida, anclada en la torva soledad del limbo oficialista, y de este modo oír de nuevo: ¡Silencio se rueda!, en esa escena inerte de tanto pavo frío que habita entre corredores Atlántico-Mediterráneo, crucial para dinamizar el tráfico portuario y acercarnos a Europa, y no será, según cuentan, por no reivindicar el tren de Zafra, cuyas andanzas nos remiten hasta aquel del botijo cuya velocidad nos permitía bajar en marcha y volver a subir, hasta finalizar en la Punta del Sebo.

No podemos caer más bajo, alerta la Federación Onubense de Empresarios (FOE), pero surge una duda, si tanto Madrid como Sevilla siguen marginándonos ¿quién nos impedirá caer en la fosa de las Marianas?

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