La otra orilla

JAVIER RODRÍGUEZ

La vacuna del sida

La noticia, según se ha podido leer en un periódico de tirada nacional, es la siguiente: "Un grupo de investigadores catalanes consigue que cinco personas controlen el virus (VIH) sin tomar medicación antirretroviral". Y me da la sensación de que no ha ocupado el lugar que se merece en los boletines informativos. Ciertamente los avances, que se han ido dando con cuentagotas, han provocado que mejoren la cantidad y la calidad de vida de las personas infectadas por este virus que han venido teniendo acceso a terapia antirretrovírica (los tratamientos farmacológicos que mantienen a raya el virus aunque no se pueda erradicar) y eso ha conducido a que la enfermedad haya pasado de ser considerada en el imaginario colectivo como uno de los grandes problemas de la humanidad a algo desapercibido.

Sin embargo los datos nunca dejaron de ser estremecedores. Según ONUSIDA (la agencia de la Naciones Unidas para el abordaje de esta enfermedad), en 2015 había cerca de 37 millones de personas con VIH, más de la mitad de ellas no tenían acceso a la terapia antirretrovírica y aproximadamente un tercio de las embarazadas con el virus no tuvo acceso a tratamientos antirretrovirales para prevenir la transmisión del VIH a sus bebés. Un total de 1,1 millones de personas fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida en todo ese año (recuerden que el virus ataca al sistema inmunitario, provocando que el cuerpo quede totalmente indefenso a cualquier enfermedad, con lo que la que mata es una enfermedad oportunista).

La mayoría de los contagios (y de los casos en los que no hay tratamiento) se producen en África, donde las campañas de promoción del uso del condón (hasta ahora casi la única vacuna existente) y los recursos para acceder a los tratamientos no han sido suficientes o, directamente, no han llegado. También la mayoría de las muertes.

Por eso es tan buena noticia. Ahora toca esperar que esto anime a las instituciones a redoblar los esfuerzos y la inversión en investigación. Si la ciencia logra avances tan significativos pese a la precariedad de recursos en la que se han tenido que mover en los últimos años, es verdaderamente alentador pensar lo que será capaz de hacer si se le dota de recursos suficientes. También toca esperar que el descubrimiento no quede en manos poco escrupulosas cuyo único objetivo sea la obtención de réditos económicos. Hay muchas vidas en juego.

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