La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Poco torero para tanto toro

Tras Adolfo Suárez y Felipe González la Moncloa no ha tenido inquilinos de su talla. Ni los tendrá

Según el barómetro de marzo del CIS las tres primeras preocupaciones de los ciudadanos son el paro, la corrupción y los políticos. Encuesta tras encuesta se manifiesta esta triste realidad. Que la corrupción y los políticos sean la segunda y tercera causa de preocupación de los españoles, por encima del futuro de sus pensiones, es un dato desolador que compromete los fundamentos de nuestra vida democrática. Pero… ¿qué quieren? Es lo que hay. Desde el Malaya hasta hoy, por referirme sólo a los que se han producido en lo que llevamos de siglo, la multiplicación de los casos de corrupción ha logrado que ni tan siquiera escandalicen: asquean, cabrean, preocupan, pero ya no escandalizan. Para escandalizarse es necesario ser sorprendido por el carácter inmoral o condenable de una acción y sobre todo por la personalidad de quien la cometa. Lo que escandaliza no es solo lo que se haga sino sobre todo quién lo haga. Y en los escándalos de corrupción el listón de responsabilidades está muy alto.

Sólo en los últimos días se han sentado en el banquillo como acusados, han comparecido ante una comisión de investigación o han protagonizado escándalos nada menos que dos ex presidentes de la Junta de Andalucía, dos ex presidentes de la comunidad de Madrid y la actual presidenta de dicha comunidad. Chaves y Griñán, acusados por el caso ERE; Aguirre y González, interrogados por la financiación del PP; Cifuentes, puesta en la picota. A estos nombres sumen la larga lista de políticos investigados, pendientes de juicio o encarcelados que han ensuciado su oficio, enfangado la política, y generalizado la sospecha sobre la clase política y los partidos e incluso sobre nuestro ordenamiento democrático. Porque otro de los males achacables a la corrupción es que esta, sobre todo cuando coincide con una crisis, es la responsable del ascenso de los populismos antisistema.

Imposible tener esperanzas a corto plazo. Está tan claro que vivimos tiempos de grandes cambios mundiales y de graves desafíos nacionales como que carecemos de líderes capaces de afrontarlos. Tras Suárez y González la Moncloa no ha tenido inquilinos de su talla. Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias: poco torero para tanto toro. Recordaba Jesús Mota el "¡Maura no!... ¡Y Romanones tampoco!" de Unamuno, echando de menos que otro don Miguel proclamara hoy: "¡Rajoy no!"… "¡Y Sánchez, Iglesias y Rivera tampoco!".

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