Por si alguien no lo sabe las dos palabras que titulan este artículo es una expresión en inglés que significa "yo también". Bajo este enunciado ha brotado en los Estados Unidos una nueva rama del árbol feminista. Un grupo de mujeres del mundo de la escena y del deporte, esencialmente, denunciaron que fueron víctimas de acoso sexual en un momento de sus vidas por parte de hombres famosos. Otras le han seguido diciendo "yo también". Nada que objetar salvo algo de suma importancia como es preguntarnos: ¿Qué es acoso sexual? Está definido claramente en el derecho penal y en el laboral. En ambos casos aparecen conceptos como intimidación y coerción. Si ambas formas de actuar se dan está claro, hay acoso. Pero esto no es siempre así de rotundo. ¿Un directivo, o un compañero, de una empresa, enamorado o no de una empleada, la cortejan y le mandan escritos amorosos y propuestas de relación íntima están cometiendo acoso sexual? Parece claro que no. Sin intimidación ni coerción no hay acoso. El cortejo y la seducción son tan antiguos como la humanidad. Un hombre propone y la mujer dispone.

Acabo de leer, antes de ponerme a escribir, el testimonio de una nadadora, campeona olímpica, a la que su entrenador trata de ligar, según ella, desde los dieciséis años, edad legal para el consentimiento sexual en el Estado de Washington en el que ambos vivían. A los diecisiete comienzan una relación consentida por ella y ahora se descuelga diciendo que fue víctima de acoso sexual. Denuncias verdaderas en algunos casos y no veraces en otros han llevado a una caza al hombre como no se recuerda en los Estados Unidos desde los tiempos de McCarthy.

Contra este estado de cosas se han posicionado cien intelectuales francesas con la actriz Catherine Deneuve a la cabeza. Escritoras, periodistas, profesoras y artistas se niegan a demonizar a los hombres que alguna vez, según ellas, "han tratado de dar un beso a una mujer o le han enviado escritos con propuestas íntimas". Hablan textualmente de "caza de brujas".

El caso es que el "Me too" se le ha ido de las manos a las promotoras y está teniendo un indeseable efecto bumerán porque ya están pidiendo boicotear a las empresas en las que se hayan dado algún caso denunciado por ellas. La respuesta de las empresas no se ha hecho esperar y la contratación de personal femenino, como fuente posible de conflictos, ha disminuido. Ha aumentado el paro de mujeres en los Estados Unidos. Otra vez el extremismo lo pagan inocentes. Otra vez la cordura es pisoteada. Seguro que ninguna de las famosas denunciantes ha perdido el empleo. Eso es para otras.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios