E L Pleno estaba abarrotado y, aunque se sabía el resultado de la votación, la tensión se podía cortar con cuchillo. Los portavoces desgranaban sus argumentos conscientes de la trascendencia de cuanto allí se exponía. La mayoría cerraba filas con los puntos a respaldar y quienes no lo hacían demostraban un enorme respeto por las miles de corazones atentos al lugar en esos momentos. Tras dos horas de debate y un sentido discurso del alcalde, llegó la hora de votar. Y se desató la euforia. El Recre, el Decano, vuelve a la vida porque el Ayuntamiento ha decidido asumir el pago de 7,5 millones que le permiten abandonar el embargo de Hacienda.

Lágrimas, muchas, pero esta vez de emoción. Los sentimientos que durante cuatro años han tenido tomadas las gargantas de los recreativistas brotaban para expresar el alivio por el fin de un calvario. El principio del fin más bien, pues queda por delante la vuelta a la normalidad, la venta y el reto de conseguir un futuro mejor. Se acabó vagar por los campos con cara de pobres, con la sensación de ser esa vieja estrella del cine que un día asombró por su belleza y que ahora se arrastra por escenarios menores con el rostro ajado y la humillación pintada en la mirada. Hasta aquí llegó. Es hora de renacer.

Lo vivido el viernes en el Ayuntamiento fue, sin duda, un "día histórico", tal y como señaló el alcalde. Un simple paseo por las redes mostraba el agradecimiento de miles de corazones albiazules por lo allí votado. No todo eran apoyos cerrados, cierto, pero en una democracia nunca llueve a gusto de todos. Y tras todo esto, ¿ahora qué? ¿Se acabó? ¿Se arregló? No, queda aún muchísimo camino.

La decisión de sufragar el pufo recreativista no debe ser más que la primera piedra sobre la que sustentar, esta vez sí, un proyecto serio, riguroso y bien articulado. Lo primero es que el club pague lo que debe, que no es poco. Empleados y acreedores han de ser los primeros que perciban en su paciencia infinita que se acabó este penar. Al tiempo, y sin perder ni un solo segundo, el Ayuntamiento ha de ponerse a trabajar en la venta del club. En lograr un comprador que reintegre a las arcas municipales el esfuerzo que ahora se presta. Los onubenses han puesto los millones, pero eso no significa que los hayan regalado. Quien venga a quedarse con el Decano debe devolver a Huelva lo que ésta le ha adelantado porque un proyecto bien hecho y planificado seguro que le dará un retorno más que considerable. El Recre no es un saldo y el Consistorio debe ser consciente de ello y velar por una venta sin regalos. Ahí habrá que permanecer vigilantes.

Y luego están los jugadores. El histórico momento vivido el viernes debe verse acompañado definitivamente de un cambio de actitud de quienes visten los colores. Hoy mismo, esta mañana ante la Balona. El sufrimiento albiazul requiere mucho más de lo visto en las últimas semanas sobre el césped. Se puede perder, pero siempre hay que luchar. Y eso se echa de menos. El recreativismo es demasiado grande para verse mal representado. Es un sentimiento enorme, que merece respeto y dedicación. Los onubenses han salvado a su equipo. Ahora hace falta que éste les devuelva la sonrisa. Nos hemos ganado a pulso el soñar con una vida mejor.

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