Dos problemas

Con las demandas de independencia, los catalanes han obtenido más de un extra

Algunos han calificado al independentismo catalán como el problema más grave de España. Veamos. Por nuestra parte, ninguna objeción sobre que es un problema. Los estados, una vez constituidos, intentan retener a toda costa los territorios que estiman que les corresponden, aunque tengan dimensiones exiguas, nulo o escaso valor económico o importancia militar. Piénsese, por ejemplo, en la Isla de Perejil, disputada con Marruecos. En este asunto, entran en juego muchas cuestiones, desde un pretendido orgullo hasta las presumidas identidades, pasando por intereses muy variados, como son los económicos o geopolíticos. Tal es el aferramiento al espacio que se toma como propio que, como sabemos, por apenas nada se han declarado guerras devastadoras entre sus reclamantes, con toda la carga de sufrimientos que acarrean. No es extraña, pues, la preocupación. Sin embargo, lo de etiquetarlo como el más grave quizás habría que rebajarlo, por varias razones, aunque aquí sólo abordaremos una. En este juego, en el que de vez en cuando sacan la carta mágica del independentismo, muchas veces implícitamente, siempre han conseguido extras y, habitualmente, con solución de continuidad. Por tanto, no les interesa mucho que se cumpla lo que proclaman, les es más rentable la permanencia del juego. Un simple detalle para mostrarlo: las cuatro capitales catalanas están unidas por el AVE. ¿Igual que nosotros? -ya veremos cuándo llegará a Huelva-. Sigamos. Lo mismo que otros gobiernos -hasta el franquista-, el de ahora tiene todo un paquete de medidas para callarles la boca que se concreta en inversiones, infraestructuras… Si se dan cuenta, les es muy provechosa su posición. Mientras, nosotros nos encontramos con hechos tales como que Andalucía es el paradigma de la pobreza española, nueve de las 10 ciudades más pobres son andaluzas. Similarmente sucede con las tasas de desempleo, muchas por encima del 30%. Por otra parte, uno de cada tres dependientes de España a la espera de recibir las atenciones por las que tienen derecho son -a ver si acierta-: andaluces. ¿Hace falta continuar? ¿Hablamos de otras materias, como podría ser la de la situación de la educación y de sus resultados? No es necesario, con lo dicho es suficiente, de momento, pero ¡qué vergüenza cómo están! Década tras década, siempre así. El martes que viene es el Día de Andalucía y ¿qué nos dirán los políticos andaluces? No lo sé, pero habrá que preguntarles que, si grave es el problema catalán, ¿cómo ven el andaluz?

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