De aquellos polvos estos polvos

Cuando el ciudadano piensa que todo eso ya se arregló la noticia le salta a la cara de nuevo

Vivir es siempre hacia delante. Pero hay noticias que se empeñan en arrastrarte hacia atrás, como un tirón de la manga que te da la realidad y que no te deja mirar el horizonte. Son esas noticias que nos generan un malestar recurrente, la sensación de andar metidos en un bucle, como esa peli del Día de la Marmota, repitiendo siempre el mismo momento, un escalón que no se deja subir… bueno, no empantano más este artículo con devaneos: vamos a los hechos.

Incendio en una vivienda de La Navidad, una pareja de ancianos que lo pierde todo y que se ve obligada a realojarse en… ¡su casa! Y es que esta pareja de ancianos eran parte de los vecinos beneficiados por el programa Casa por Casa, y ya se les tendría que haber entregado, pero aún permanece cerrada, por una burocracia que se enreda en sí misma. Así que un problema que había sido resuelto hace años, con dotación presupuestaria, con una empresa que construyó las viviendas, con políticos reuniéndose con vecinos y viceversa, con un, supongo, trabajo ingente de los Servicios Sociales de la zona… al pasar los años, merced a un incendio fortuito, resulta que el problema está en el mismo punto: familias sin realojar. Desesperante para el que lee la noticia. Imaginen lo que será para los vecinos afectados.

Otra noticia: el polvo que tenemos en casa tiene metales que no debería tener. Según un estudio de la Universidad de Huelva al pasar el paño por nuestra inofensiva estantería del salón nos podemos encontrar hasta 16 metales pesados: cadmio, mercurio, plomo, arsénico, uranio… La razón de que esos metales anden por el aire que respiramos es la industria, claro, la de hoy y la de ayer, la explotación minera, las empresas del Polo… Queremos vivir hacia delante, pero la historia es tozuda y nos recuerda lo que fuimos, de qué vivimos. Y nos deja en la estantería una huella de todo aquello. Esos metales no deberían estar ahí, pero están. No se tomaron entonces las medidas para evitar que acabaran sueltos en nuestro aire. Y no se han tomado aún las medidas para evitar que siga pasando.

Así que, de aquellos polvos, estos polvos: casas que no se entregan y medidas ambientales que no se toman. Y cuando el ciudadano piensa que todo eso ya se arregló la noticia le salta a la cara de nuevo para decirle que nada de eso, que la realidad sigue encasquillada, un presente que no termina de ser pasado. Agotador.

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