Nos gusta, a muchos, que nos designen por el lugar que nacimos. También por el lugar, calle, barrio o plaza, en el sector urbano donde vimos la primera luz. Mi alfa de vida fue en la Plaza de la Merced y a ella he dedicado muchos afanes, artículos, un libro y muchos recuerdos.

Hoy me encuentro que sus vecinos quieren recuperar la antigua imagen que tenía antes de las últimas reformas urbanas que en ella se hicieron. Piden que se eliminen las barreras arquitectónicas y se nivele el espacio público con los laterales de la plaza.

Las asociaciones de vecinos son como los antiguos "alcaldes de barrio", que tanto se preocupaban por sus zonas vecinales y a través de ellos se hacían llegar al municipio las necesidades prioritarias para adecentar y cuidar aquellos lugares de la ciudad.

La Plaza de la Merced está masificada de aparcamientos y el centro de la misma muy infrautilizada por su forma de construcción. Yo recuerdo cuando se hizo la reforma y mis conversaciones con los encargados de la obra para que no perdiera la plaza la amplia visibilidad de su cuadrado, rodeada de bancos y con el kiosco de la música en medio. Nada de eso se hizo y la gracia de aquel templete donde escuchábamos los jueves de cada verano a la Banda Municipal, se destruyó. La plaza cambió de fisonomía y es otra totalmente distinta.

Se ha hablado muchas veces de un replanteamiento de los alrededores de la plaza, de la reposición de parterres y jardines y del adecentamiento urbano de calles como la antigua Cuesta del Carnicero con el cabezo como fachada y la que rodea al antiguo Hospital, hoy Universidad hasta plaza de toros.

Pero sobre todo, mi lanza en favor de este barrio, al que he dedicado un estudio completo de su historia y de su vida en un libro que titulé La Vega Larga, mi barrio, es hoy, por lo más singular y característico del lugar y su paseo colindante: Las Palmeras.

La Plaza de la Merced y el Paseo de la Independencia sin su bellas palmeras no son nada en la imagen real de una Huelva de siempre. Es necesario reponer las que faltan y cuidar las que quedan dando prestancia al barrio mercedario.

Y como complemento necesario reponer el asfaltado de algunas calles colindantes, que no merecen el olvido.

Animo a la asociación de vecinos a seguir su labor de vigilancia, cuidado y denuncia de lo necesario, en una colaboración ciudadana con el Ayuntamiento, que a fin de cuentas somos todos.

Mi voto, sin dudas, es siempre para mi Plaza.

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