En pie

Los culpables están a tiempo de salir del escenario, de lo contrario serán echados a patadas

La nación se ha levantado. No estaba muerta; andaba enferma, pero no liquidada; doblada, pero no partida. La clase política la había metido en cuidados intensivos y ella, la nación, se ha arrancado los sueros, ha tirado el respirador automático, ha saltado de la cama y se ha ido a la calle a gritar existo, aquí estoy. Decenas de miles de concentrados delante de los ayuntamientos, millones de banderas españolas por todas partes han terminado con la manifestación monstruo del domingo en Barcelona. Una clase política traidora a sus juramentos de guardar y hacer guardar la Constitución ha quedado totalmente descalificada, ha sido mandada a casa por la nación, por la soberanía nacional. Los que durante décadas han metido a la nación en un callejón sin salida están absolutamente invalidados para seguir molestando y obstaculizando la voluntad popular. No digamos a los delincuentes que desobedecen las leyes y el ordenamiento constitucional; esos no deben marchar para su casa, sino para Soto del Real. La nación existe, está viva y no traga más patrañas. Los culpables están a tiempo de salir del escenario, de lo contrario serán echados a patadas.

Desde la fundación del maldito estado de las autonomías, con el ominoso Título VIII de la Constitución, hasta nuestros días la cadena de culpables es incontable. La nación ha hablado, queremos ser españoles, queremos por encima de todo a España y sus tres mil años de existencia. Basta ya de películas autonómicas, de banderitas, de parlamentitos, de gobiernitos, de pirañas repartiéndose la nación a dentelladas. Basta ya de delirios soberanistas fascistas, racistas y xenófobos. Basta ya de inocular dosis masivas de odio a España en las escuelas. La nación debe volver a su unidad perdida, debe recuperar la Educación, la Sanidad, la Justicia y la Seguridad iguales para todos los españoles. Estamos ante un momento histórico, en una hora crucial, quien lo entienda podrá seguir al paso de la nación, quien se oponga será barrido. Estamos ante una crisis nacional que no tiene comparación desde 1808, más profunda que la de 1936. En esta última nos pegamos y nos matamos por ver el modelo de sociedad que se instauraba en España, pero la nación nunca estuvo en discusión, nadie quería la desaparición de España. Hoy, sí. Hoy unos grupos de golpistas de primera fila, ayudados por otros de segunda, han querido noquear la nación, rematarla. Pero un nuevo 2 de Mayo ha surgido. El pueblo armado con la voz y la bandera ha salido a la calle a decir la nación existe, es soberana e indivisible y no está en venta.

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