Una pica en Flandes

La orden judicial europea queda al descubierto con la acción del juez español y muestra la debilidad de la UE

Sí señor. Una "pica en Flandes" es lo que ha puesto el juez Llarena en las propias narices de ese juez belga prototipo del respeto a los derechos que según su propia legislación y país no están "garantizados" en España. Es este el gran problema, el resentimiento histórico, el odio a lo español de lo más radical de aquel pueblo que no supera sus propios complejos, sus diatribas internas, la precariedad de la estabilidad de sus gobiernos y la añoranza de la explotación, medida en quilates, en el Congo de antaño. ¿Qué garantismo legal puede dar motivo de presuntuosidad democrática a un país que hasta hace bien poco - el terrorismo les obligó- impedía intervenir a su propia policía en horarios nocturnos dejando desprotegidos a sus ciudadanos?

Otra evidencia es que la orden judicial europea ha quedado al descubierto con la acción del juez español y demuestra las debilidades de la UE ante problemas de calado, con lo que oportunistas y aprovechados pueden obviar la legalidad y refugiarse en ¿paraísos judiciales? Porque ¿dónde iría Bélgica sin el colchón de las instituciones europeas?

Pero y el artista, ese personaje paradigma de la indignidad y la cobardía, de la deslealtad, con su huida, hacia sus propios colaboradores y que por muchas interpretaciones sesgadas que haga de la decisión del juez -resulta insólito quejarse de la libertad otorgada, si se queda por allí- cuando debería quejarse de que el juez le ha colocado la etiqueta de cobarde si no es capaz de volver para ser juzgado como va a suceder con todos los demás encausados. Una anécdota me viene a la memoria. Por un incidente futbolístico, con intervención policial, dos futbolistas españoles no pudieron volver a pisar en su vida aquel territorio porque serían detenidos y, sin embargo, un golpista de Estado es acogido y rebajado en sus presuntos delitos, todo un alarde de coherencia.

En definitiva. Que las esencias jurídicas europeas no le importan mucho al belga de turno, para quien el principio de "doble incriminación", ¿se dice así lectores letrados?, no tiene validez aparente, sin embargo, no podrá negar la vigencia de sus delitos aquí al tiempo que se evitaría el agravio de los demás protagonistas con lo que al final, podemos concluir que la Justicia española parece más justa que la belga sin tener que recurrir al capitán Alatriste y mucho menos al duque de Alba. Por cierto, revisen en Bélgica el motivo, entre otros, de la celebración de la Inmaculada ayer en España y tiene que ver, precisamente, con Flandes, donde el juez Llarena ha puesto su pica en pleno siglo XXI.

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