En la entrevista que pueden leer hoy en este periódico, Gabriel Cruz hace un balance positivo de sus dos años como alcalde de Huelva, en los que destaca el cumplimiento del 65% de su programa electoral y analiza los principales acontecimientos ocurridos y por ocurrir en la ciudad. Puntúa de forma positiva estos 24 meses, tanto como para no dudar de que su intención clara es volver a repetir como candidato del PSOE en 2019.

En el tiempo pasado desde que desbancara al hasta entonces intocable Perico Rodríguez -casualmente reaparecido para los focos esta misma semana-, Gabriel Cruz ha ido tejiendo una imagen de alcalde cercano, bonachón y dispuesto a apuntarse a todo lo que le ofrezcan. Se le ha visto disfrazado en Carnaval, de costalero en Semana Santa o portando una pancarta por el Recre encima del escenario del Gran Teatro. Ha querido transmitir imagen de cercanía, y no sólo porque su carácter sea así, sino porque todo alcalde que se precie sabe que debe bajar a la calle si quiere que lo suyo vaya para adelante. Llámenle populismo, pero no hay político, sea nuevo o viejo, que no pase por ahí.

A decir verdad, ha tenido Cruz dos años de mandato muy tranquilos en lo político porque ha carecido desde el primer momento de una oposición fuerte que le hiciera frente. La descomposición del PP, el apoyo de Ciudadanos -que a ver dónde termina ahora-, y la falta de fuelle del resto de las fuerzas de izquierda le han permitido moverse con comodidad por los asuntos de la ciudad. Con esta escasa contestación, el alcalde ha podido dedicarse a poner cierto orden en la plaza de la Constitución y asentar las bases del proyecto que quiere para Huelva sin que le haya dolido demasiado la cabeza.

Sin embargo, la cosa cambia a partir de ahora. Mañana mismo, la apertura de la oferta para hacerse con el Recre definirá si se quita de encima el problema que más quebraderos de cabeza le ha dado o si, por el contrario, tiene que zambullirse aún a mayor profundidad en su solución. Si le sale lo primero, miel sobre hojuelas. Si le pasa lo segundo, habrá de explicar muy bien cómo se detraen recursos de los ciudadanos para salvar a un equipo de fútbol.

Pero más allá de la pelotita, esta segunda fase de mandado ha de ser la de la solución de los problemas enquistados y el despegue de las nuevas iniciativas. El futuro de los fosfoyesos y la llegada de la alta velocidad a Huelva son dos cuestiones que no pueden demorarse más en el tiempo. Con la salud y el futuro de los onubenses no se ha de jugar, así que toca coger el pendón de la ciudad y enarbolar las reivindicaciones con más fuerza. (Sonadas son sus ausencias en las marchas por la sanidad). El empleo y la captación de inversiones tampoco pueden esperar. Se han dado pasos, ahora toca ver los frutos. Como mayor fruto debe darle un equipo con un perfil demasiado bajo.

En la entrevista citada, Gabriel Cruz concluye diciendo que "ojalá sea verdad que ahora viene lo bueno". En buena medida, en su mano está conseguir que eso sea realidad. Por el bien de todos y porque si lo logra tendrá bastante expedito el camino del futuro. De lo contrario...

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