Hay un nota, artista cualificado y probablemente muy por encima de la mediocridad imperante en su entorno independentista, motivo por el que aunque no se puede deslindar su condición de cantautor de su biografía, trataré de limitarme a comentar su actitud política. Ello, sería inobjetable si no se sustentara en un cierto tufillo de tentaciones de comisariado político según se desprende de sus propias declaraciones.

Si analizamos al personaje, someramente, y su actitud más notoria y evidente para el público, podemos concluir que se apoya en la impostura -dixit Roadella- y cómo no, por tanto, en la mentira argumental porque no se puede amenazar en tono caciquil y con estilo despótico, el "mucho sufrimiento" para los discrepantes o los que no se adhieran al esperado nuevo régimen con la sanción inexcusable o la huida.

Su canción: La Estaca, representa, visto lo visto, cómo lo que se estimó un símbolo antifranquista, un canto a la necesaria libertad frente al modelo dictatorial, apelando al día que la estaca se suelte -hablaba con su virtual abuelo Siset, los auténticos eran franquistas- vuelve a ser el instrumento, ahora no metafórico, represivo para quien aspira a convertirse en adalid de la aplicación de una ley nacida del incumplimiento de la verdadera, única y auténtica ley que dimana de la Constitución votada por "todos" los españoles.

Y este autoritario personaje y rico, ciertamente, gracias a sus virtudes artísticas, sus mensajes de entonces quedan como una gran mentira hoy, pues durante el franquismo -con algún concierto prohibido- pudo editar diez discos en diez años en esta España, "cancerosa de señoritos, hidalgos y funcionarios". El aparente rebelde es hoy portavoz popular de intenciones autoritarias y dictatoriales, no sé si es un regreso a sus años juveniles aquellos de los que él mismo reconoce haber sido un "niño fascista", dada su condición de afiliado a los Cruzados de Cristo Rey, vicepresidente si no estoy confundido, en Figueras. Podría explicarnos la diferencia entre fascista adolescente y el totalitario ya maduro, es sin duda un mecanismo evolutivo inverso, en lo ideológico, al que se considera axiomático en el ciudadano corriente.

Por fin, decirle que desde aquí, Andalucía, que también es un territorio singular, hubo unos artistas que en tiempos aún de incertidumbre sobre nuestro futuro democrático, no expusieron una "revolución de la sonrisa" aderezada de amenazas como ha hecho usted sino que impregnaron al pueblo, esos andaluces de Jarcha, con su lema cantado: Libertad sin ira, libertad. Esta es la mejor lección que aprender por el autor de la, ¿metafórica?, Estaca.

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