Visiones desde el Sur

Es necesario pensar

Las religiones monoteístas son todas excluyentes. Es decir, o estás conmigo o estás contra mí

La pérdida en valores es una de las peores enfermedades que puede padecer la sociedad. Si encima el virus se generaliza, estamos ante una pandemia global de difícil solución, a menos que los llamados a resolverla, los gobiernos, se pongan de acuerdo para elaborar tantas vacunas como fueran menester para este mal tan viejo como el mundo. Pero no seamos ilusos, eso no ocurrirá. El dinero, el negocio, el capital en definitiva no permitirá tal cosa por muchas personas que mueran a diario en este orbe cruel e insolidario.

Pero si pensamos un poco, no debemos quedarnos exclusivamente en el ámbito de los gobiernos. Todos los países están tamizados en sus comportamientos por una educación dada, que incluye -aunque fueran laicos como es el caso de España- un llamado derecho consuetudinario, que no es otra cosa que la costumbre, aquello que tradicionalmente se ha venido arrastrando desde un tiempo hasta nuestros días.

Entre estas cuestiones hay que incluir a las religiones. Elementos morales que nos encorsetan las conductas por aquello del qué dirán, que a veces nada tienen que ver con la ética ni mucho menos, y que suponen una carga sobre los hombres y mujeres que habitan un territorio dado, que les obliga a realizar actos no por convencimiento, no por conocimiento de sus consecuencias, no por capacidad intelectiva las más de las veces, sino porque "como las hace todo el mundo, yo por qué me voy a señalar entre la vecindad", que es lo que les pasa por el magín a la mayoría de la ciudadanía.

Las religiones monoteístas (cristianismo, islamismo, judaísmo, sijismo y zorotraísmo) son todas excluyentes. Es decir, o estás conmigo o estás contra mí. Si estás conmigo y obedeces a tu Dios vas al cielo; y si no es así, vas al infierno, ese lugar que fue tan bien descrito por Dante, entre otros.

Y este comportamiento es grave. En primer lugar porque supone una especie de idiocia compartida, porque obliga a creer, a tener fe, a olvidarte de la razón y de todo aquello que suponga un atisbo de conocimiento. Para ser sincrético, o crees en el libro sagrado escrito por quienes están en posesión de la Verdad o eres un infiel. Punto.

Y este posicionamiento ha traído luchas intestinas e infinidad de desgracias en aquellos lugares en los que la intolerancia, la sinrazón, la incultura y una pizca de otras cuestiones de las que hoy no toca hablar: el absolutismo en el poder.

Por desgracia, lo de Manchester es un ejemplo de ello.

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