La necesaria transparencia

Sin que perjudique a las investigaciones, Zoido debe informar más sobre el problema del narcotráfico

Algunas veces aparecen datos curiosos, como quién es el personaje del que se hacen más búsquedas en internet. No sería extraño que también se contabilicen palabras y expresiones por parte de esas empresas que trabajan con macrodatos. A manera de hipótesis, si se pudiera acceder a ese cálculo de frecuencia lingüística, creo que uno de los términos más empleados en los últimos tiempos sería el de transparencia. A partir de los errores del Gobierno de Aznar con la información sobre los atentados del 11-M y, sobre todo, del aumento de casos destapados de corrupción tal concepto se convirtió en una exigencia repetida para gobernantes y para cualquier cargo institucional y, a su vez, en una cualidad definitoria de los sistemas democráticos. Pero, como tantas cosas, surgen situaciones en las que entra en debate la convicción y la responsabilidad, tal como apuntó Max Weber, y ya ahí se traspasa el ámbito de lo político para entrar en el de la ética, con cuestiones como el qué, el cuándo y el cómo transmitir o trasladar una información. Parece claro que temas como el de la seguridad, especialmente antiterrorista, requerirá con frecuencia de un gran control de aquello que se pueda o deba difundir y de qué es lo que sólo pueda ser compartido por entre unos pocos de manera regulada. Otras veces, se dará el caso de que habrá que aplicar prudencia cuando algo esté en proceso, porque su descubrimiento podría causar daños no justificados de cualquier tipo a personas o grupos, por lo que sería deseable esperar al momento oportuno. De todas formas, de lo que no se libra ninguna de las opciones expuestas o que pudieran existir es de que hay que tener presente, dadas unas circunstancias, si la ocultación genera más problemas que si se muestra toda la verdad. Churchill tuvo fallos importantes pero obtuvo el apoyo de la población británica durante la Segunda Guerra Mundial precisamente porque no mentía cuando las noticias eran malas, lo que le proporcionó credibilidad cuando eran al contrario. Todo esto viene a colación por el ambiente en el Campo de Gibraltar en relación con el narcotráfico. El ministro Zoido no para de quitar hierro a los desgraciados, vergonzosos y penosos acontecimientos que están ocurriendo. Su minimización de la gravedad del asunto lo está haciendo cada vez menos creíble y dando alas a una mayor preocupación social. Sin hacer nada que perjudique a las investigaciones de Policía y Guardia Civil es necesaria ya la mayor transparencia posible.

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