Políticamente incorrecto

Francisco Revuelta

Ni por mujer ni por negro

En general y desde siempre, todos los países se han influido mutuamente, en mayor o menor grado, lo cual no es intrínsecamente bueno, como tampoco lo es malo. Todo depende de lo que uno adopte de otro u otros o del producto final resultante de las interacciones que se produzcan. De todas formas, es obvio que la magnitud de la influencia está determinada por factores tales como el poderío económico, militar o de conocimiento, además de las posibilidades de difusión. Por ello, es conveniente estar atento a lo que sucede en Estados Unidos, a los asuntos que allí preocupan, a los temas que se discuten, a sus códigos morales, a las medidas que emplean para atajar los problemas y a sus vaivenes políticos. Por supuesto que somos dos sociedades distintas y que no se puede extrapolar sin más cualquier planteamiento, circunstancia o acontecimiento de aquel país a nuestro contexto. Sería una torpeza. Para todo es preciso llevar a cabo unas necesarias adaptaciones, que unas veces serán más drásticas y otras menos. No obstante, es adecuado tener presente ese dicho que afirma que cuando los Estados Unidos estornuda, todos los demás se resfrían, aunque no siempre se cumpla.

Viene esto a cuento a raíz de uno de los debates que se están produciendo entre los votantes del lado demócrata en cuanto a si apostar por Hillary Clinton o por Barack Obama. Si alguno de los dos llegara a ocupar la Casa Blanca eso supondría un hito histórico, dando igual cuál fuera de ambos. Serían en la presidencia la primera mujer o el primer negro y la controversia surge de esta pregunta: ¿deben las mujeres votar a Hillary por ser de su mismo sexo y los negros a Obama por pertenecer a su raza? Desde posiciones integristas las respuestas a estos interrogantes han sido afirmativas y ancladas en el pasado, como por ejemplo, la dada por la Organización Nacional de Mujeres (NOW) que ha manifestado, al más puro estilo 'hembrista', que el apoyo dado por el senador Ted Kennedy a Obama es toda una traición para las féminas. No obstante, como un signo de madurez política, desde cada vez más sectores de la sociedad se está abogando por superar esas limitaciones poniendo por delante, para tomar una decisión de voto, no la raza o el sexo de la persona, sino el programa de los contendientes y su capacidad para resolver los problemas. Teniendo en cuenta que en los Estados Unidos ha habido un estornudo, ¿nos refriaremos aquí, aunque sea un poquito? ¿Pediría, supongamos, Fernández de la Vega o muchas otras con cargos importantes o proyección pública, el voto para un hombre si quien es su oponente es una mujer, en una coyuntura similar? Me temo que más bien no y de que no tienen la intención de dejar de vacunarse.

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