El míster

Vista la clasificación diríase que su información es un tanto esquemática y circunstancial

Oiga amigo, por si no se ha enterado, nos ha caído un inglis en esta villa, tan lejos de la City, para calificar nuestra jamancia en el año que se supone debe ser el culmen de la gastronomía nacional, al menos eso dicen los duendes, porque el programa gastronómico "no se halla", desde que comenzara el ciclo de éste megafantástico 2017 y por tanto "no pueden recibirnos", ya que los estrategas del buen yantar y de la sopa boba han decidido que el pueblo llano se entere de la muestra cuando se estime necesario, no antes, por si algún graciosillo puede hacerles la "cusqui", sacarles las vergüenzas del tongo y de camino, de la suprema de merluza de la capitalidad española con esporas de cúrcuma y manteca colorá.

Bueno pues el corresponsal del periódico The Guardian, envuelto en su bombín anónimo, debe ser un listo de "cuidao", dándole cuatro pases de gourmet a la carta y descifrando el Top 10 de la cocina onubense en un periquete.

Ahora bien, vista la clasificación diríase que, o bien su información aun siendo positiva es un tanto esquemática y circunstancial, o bien no habrá tenido el tiempo necesario para abordar el listado completo de nuestra "manduca" local, o bien se ha dedicado a echarle un vistazo por encima a lo más inmediato, ya que sin desdeñar su brillante observación culinaria, parece desconocer que existen otros calificados bares y restaurantes dignos de figurar entre los diez primeros puestos de su escala.

Entre los halos de la buena mesa debieran figurar, supongo: Ciquitrake, Portichuelo, La Fonda de María Mandao, Juan José, Calviño, El Macha, La Mirta, Casa Miguel, Doña Rosa, Noray o Rocataliata, y aún esta pequeña relación sería puramente estimativa, ya que de los fogones onubenses bulle una colección de prestigiosos platos, en términos de materia prima, textura, presentación y mezcla entre tradición ancestral e impulso innovador.

El reportaje nos da prestigio y amplía la visión de una Huelva que, por lo visto, no ha tenido ocasión de trasvasar a Gran Bretaña los vestigios de sus antiguos miembros ubicados en esta ciudad desde finales del XIX y admiradores de su excelente pesquería o de su afamada carne ibérica de cerdo .

De su degustación y calidad alimenticia ya hablaban los doctores Macdonald, y no digamos los técnicos de la Riotinto Company, instalados en la Casa Colón.

Si errar es humano, corregir es de sabios. Corrija pues, please.

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