El nacionalismo es empobrecedor. Es xenófobo. Atenta contra la igualdad. Es supremacista. Se basa en la creencia de que uno es mejor que el de enfrente. Necesita del conflicto y la tensión para sobrevivir. Denosta cuanto desconoce pues se basa en que su verdad es la única. Es acultural, miope e indiscutible.

El nacionalismo, en sus más variadas concepciones, ha sido el causante de los peores dramas de la humanidad desde que el ser humano se posó sobre sus dos piernas. Asesinó a millones de inocentes el siglo pasado por el mero hecho de ser diferentes. Por pensar diferente. Por actuar de una forma diferente. Por tener un color de piel diferente.

El nacionalismo acorrala al que disiente. Lo señala por la calle. Lo marca como traidor. Lo insulta por ir a contracorriente. Lo encierra en guetos, físicos o mentales, con la única meta de eliminarlo.

El nacionalismo es cobarde. Porque impone sus opiniones por aplastamiento. Porque no debate ni razona sino que sienta cátedra. Porque miente y manipula hasta la extenuación con tal de mantener sus dogmas. Porque teme la razón y apela al despotismo.

El que azuza las brasas del nacionalismo es aún más deleznable. Porque utiliza los sentimientos de la masa como arma arrojadiza. Porque embauca, adoctrina y fabula con tal de lograr su utopía. El que hace del nacionalismo su arma política se fanatiza, se inventa una realidad paralela y manipula a quien puede para ocultar sus carencias. Quien acude al nacionalismo para defender su postura demuestra que carece de ideas, que no tiene proyectos.

Abomino de los nacionalismos. De todos. De la concepción de lo mío como lo mejor frente a las creencias, opiniones, colores o culturas del vecino. Yo creo en el intercambio, en el mestizaje, en el cruce de culturas, en la mejora de la humanidad a través de la contribución de todos. Yo creo en que mi madre danesa y mi padre galaico-cántabro-madrileño han hecho mucho para que mis hijos gaditano-cordobeses heredaran lo mejor de su padre madrileño y su madre sevillana. Sangre vikinga, cántabra, de la meseta y andalusí. Mestizos en un mundo global frente a nacionalistas de Rh o idiomas determinados. Ciudadanos de un mundo cambiante que se adapta mientras evoluciona.

Por eso me mata lo que ocurre en Cataluña. Por eso me enerva el mesianismo de quienes deciden sobre la vida de millones desde moquetas pagadas al 3%. Por eso me indigna la irresponsable falacia victimista voceada por quienes nunca han salido de sus despachos. Por eso me aterra que la iluminación de unos pocos pueda llevar al abismo a muchos millones.

Por eso creo que ahora toca actuar con firmeza. Sin titubeos, sin dudas ni complejos. Con la firmeza del Estado para evitar que el paraíso de unos orates se convierta en el infierno de los cuerdos. Sin medias tintas, sin equidistancias. Pero también sin excesos.

Juntos somos mejores. Mezclados avanzamos más rápido. Unidos cambiamos las cosas. Yo soy mestizo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios