Más no es mejor

En el momento actual lo que se valora es la cantidad por encima de la calidad

Si resulta que se valora el número de puestos de trabajo que se crean, pero no preocupa el número de horas fijado o la estabilidad y salario que percibirá el empleado… Si resulta que se hace público el número de personas que son atendidas en los servicios de urgencia un fin de semana sin, al mismo tiempo, detallar la asistencia que recibieron… Si resulta que se presume del incremento del número de turistas pero se pasa por alto el dinero que dejan… Se pone de manifiesto que en el momento actual, lo que se valora es la cantidad por encima de la calidad; evidenciándose, además, que ese criterio se extiende a todos los ámbitos.

Esta pasada semana el secretario de Estado de Cultura ha presentado, junto con la Federación de Editores, las últimas estadísticas sobre hábitos de lectura, que aunque con leves variaciones con las del CIS, son desoladoras. Prácticamente el 40% de los españoles no ha leído un solo libro en el último año y el 7% sólo uno. A estos datos puede añadirse el que el 57,5% de los españoles nunca ha pisado una librería, el 75% jamás ha entrado en una biblioteca o que la difusión y ventas de periódicos cae en picado. Y mejor no citar que el periódico más leído es el Marca y el libro más comprado 50 sombras de Grey.

Como remedio, el Gobierno ya ha anunciado su intención de aumentar el número de horas dedicadas a la lectura y se equivoca, porque todo lo obligatorio invita al rechazo. Pero también se equivoca creyendo que la educación se mejora a base de decretos y de planes (innumerables en las escuelas andaluzas). Se da por sentado que más es mejor, sin tener en cuenta que, en este caso, no es una cuestión de cuánto sino del cómo, del dónde y hasta del quién.

Es cierto que desde edades tempranas hay que fomentar los hábitos lectores, pero lo importante es el cómo hacerlo (¿Se le ha preguntado a los docentes?): lo suyo es proponer lecturas que diviertan y fascinen. Si se lograse 'enganchar' a los niños actuales (a pesar de vivir entre imágenes), ya se habría ganado un lector que más tarde utilizará los libros (da igual el formato) como medio de formación.

Y si importante es el cómo, mucho más es el dónde ¿Cómo se puede habituar a la lectura a un niño que no ve libros en su casa? ¿Cómo va a optar ese niño por un libro mientras su padre anda sumergido en Facebook y su madre ríe con un vídeo en la tablet? ¿Cómo irá a la biblioteca si sus padres ni saben dónde está? Que no, que la escuela sola no puede hacer milagros.

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