MEDALLA de calidad en el torneo de tenis y euforia colectiva desatada entre todos los fanáticos del deporte que tuercen por España. Rafael Nadal es el icono perfecto y sus éxitos se celebran como si fueran del equipo de fútbol propio. ¿Razones? Muchas y variadas. Joven, aparentemente humilde, respetuoso con los adversarios, una fuerza moral a prueba de todo, talento y una cosa que llama bastante la atención, aunque casi nadie se atreva a nombrar esa bicha: parece más español que nadie y alardea de ello.

En unos tiempos tan complicados por los nacionalismos imperantes en el Estado español, Rafa Nadal jamás oculta su pasión por España. No importa que se exprese, a veces, en privado en su lengua vernácula, particularmente cuando es entrevistado por los medios de comunicación en su isla natal, Rafa no oculta para nada su patriotismo. Se pone muñequeras, se enrolla en la bandera, proclama en público sus emociones cuando le toca defender a su país... En definitiva, provoca que todos nos identifiquemos un poco más si cabe con el España y, en un sentimiento recíproco, eso conduce a que haya pocos españoles que no festejen los éxitos del tenista balear .

Tal vez por todo lo anterior, el triunfo de Rafa Nadal sobre el serbio Novak Djokovic, al que superó incluso en patriotismo, con lo complicado que es eso estando un serbio enfrente, ya supuso que el pecho de muchos estuviera mucho más henchido. Dos días después, la medalla de oro del balear fue acogida por todos como si hubiera sido la primera. La mecha ya está encendida de nuevo y ahora sólo es cuestión de avivar el fuego con más preseas.

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