Estamos de nuevo en marcha. Todavía con el sabor de las uvas, las burbujas y de los brindis, la famosa cuesta de enero ya corre por nosotros dejando vacíos los bolsillos.

En el plano filosófico de la vida, comienza otra cuenta atrás en ese periodo de doce meses que es nuestra propia existencia.

Pero hay más. La Iglesia, la nuestra, nos dice que ya ha comenzado el llamado año ordinario. Un empezar de nuevo. La tradición nos recuerda aquello de "año nuevo, vida nueva". Todo en estas fechas marca un inicio de lo cotidiano que nos emplaza a otro plazo de luchas, esperanzas alegrías y penas, que tendremos que pasarlo para llegar a la meta de otra Nochevieja, si Dios lo quiere.

Enero se empeña cada año en recordarnos el pasado y pone en el trapecio el equilibrio del futuro, sobre todo para los mayores.

Cuando llegan estas fechas, ya casi de la mediación del mes primero, en nuestra mente se borraron ya los recuerdos del jolgorio, los polvorones y los mazapanes y son nuevas fechas que en la noria de cada periodo anual nos traen los ecos de días conocidos y el anuncio de actos que nos aguardan.

San Sebastián, en su desnudez de martirio, ya nota el frío anual de ese airecillo que por Montrocal, por la calle de su nombre y el batir de los palmitos, nos llama con el cariño de la tradición y su patronazgo.

Por vez primera, las aguas de nuestro Puerto sostendrán, como en un altar marino, la visita del portaaviones Juan Carlos I en la víspera de las fiestas patronales.

Las cofradías de Semana Santa levantan poco a poco el telón, nunca bajado, de sus trabajos, para con la Hermandad de la Oración en el Huerto anunciarnos pronto su Quinario. El primero de una Cuaresma en el espíritu.

Por los aires la estela eterna y valiente de la celebración del Vuelo del Plus Ultra, llega con aires palermos, recordando aquella despedida que en el año 1926 le hacía la Sociedad Colombina.

Todo vuelve y nuevas cosas se incorporan. Ese es el signo del correr de los días, del hábito de nuestras costumbres, de la nostalgia del ayer fundida con la vivencia del hoy.

Estamos en enero y tenemos que ser fieles a ese tempus armonicu que nos marca la vida.

Disfrutemos hasta el final de la cuesta.

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