Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Hasta luego, 'Gregóriorl'

Hojeando -clásico que es uno- y ojeando -descuidada lectura sabatina- el periódico, decidí cambiar el asunto de este artículo de forma drástica: "Se acabó Puigdemont por unas semanas", me dije al ver una noticia sobre el ubicuo y cada vez más líquido líder independentista en plena gira flamenca. En la página siguiente se daba el obituario de Chiquito de la Calzada: "Éste es el tema, por Dios". En ambas piezas había una coincidencia: el humor surrealista; en el caso del catalán errante, involuntario. Rezaba su destacado: "Ser tratado como un criminal, como un traficante de drogas, un pedófilo, como un asesino en serie es injusto". O como un pecador de la pradera, apostrofamos. Si me permiten la picardía, la frase es descojonante. No ya por lo estrambótico de los delincuentes que cita, sino sobre todo por considerarlo él injusto. Como si al president en el aire le importase mucho la justicia y su ley.

Pero vayamos a Chiquito, que en paz descanse desde ayer tras ir languideciendo poco a poco después de perder a su compañera hace cinco años. La pena, a ciertas alturas de la vida, mata con rapidez. Cuando, en 1994, y con 62, Chiquito emergió como fenómeno de masas renovador e inclasificable, tan profundamente tierno, di en conocer a un tipo derrochador de mucho tablao y farra, que se echaba las manos a la cabeza cada vez que lo veía: "Leche, éste es Chiquito, lo he visto de palmero en mil juergas, ¡cómo puede hacerle gracia a la gente este desgraciado!". Y vaya si la hacía, y la hará siempre. Lo más llamativo de su figura es su transversalidad (ya me doy yo la colleja por utilizar el término del queo macabeo contemporáneo): gustaba a todos y a todas, de cualquier procedencia cultural, regional y todas las franjas de edad. Arrasaban, y arrasarán, sus desquiciantes frases, pletóricas de sinsentido. Las greguerías populares de Gregorio, que era su nombre de pila, mucho más famosas que las del culto Ramón Gómez de la Serna. Mis preferidas son "A guan, a peich, agromenáuer", "No te digo trigor por no llamarte Rodrigo" y "No te hagas pupita en el fistrodiodenarl". Nunca conseguí caminar como él haciendo el moonwalker de Michael Jackson, un hombre física y moralmente moreno. Ni imitarlo tan bien como otros de su legión de émulos, incluidas las parejas de la "Meneméritar". Qué imponente respeto nos causaba su humildad, su atuendo como de tienda de tejidos de barrio en los 70. Qué tristeza su muerte, tan familiar. En esencia entrañable. Hasta siempre, Lucas. Eternamente agradecido.

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