E L caso de Diana Quer ha vuelto a poner sobre la mesa la lamentable situación que viven las familias que son víctimas de tragedias como la ocurrida con esta joven madrileña. El ensañamiento y la crueldad con la que se comportan los asesinos en estos casos no tiene parangón y conduce al ser humano a su mayor grado de abyección. No sólo es que cometan una atroz agresión, es que encima ocultan durante meses o años lo hecho, se ensañan con sus víctimas físicas y sus familias y, además, permanecen impasibles cuando a su alrededor la sociedad se moviliza. No es sólo que actúen con la mayor de las violencias sino que ésta la acompañan de una sangre fría que verdaderamente hiela la sangre.

Lo hemos visto con Diana, igual que antes lo hicimos con Marta del Castillo, Mari Luz Cortés o los pequeños Ruth y José. Incluso después de ser detenidos y ver probados sus crímenes aún hay quienes siguen negando la mayor. Impertérritos e incluso retadores se permiten negar lo hecho con total descaro. Recuerdo de mis años en Córdoba la actitud de José Bretón en el juicio después de cometer su abyecto crimen y aún se me erizan los vellos. Es la negación del mínimo atisbo de humanidad. Es la crueldad en grado sumo. Y es la impotencia de las familias.

Con motivo de la tragedia vivida en sus propias carnes, Juan Carlos Quer ha querido reivindicar en los medios el mantenimiento de la prisión permanente revisable en este tipo de casos extremos. Huidizo durante el tiempo en el que no se halló a su hija, Quer ha querido convertirse en portavoz de tantas y tantas familias que asisten atónitas a la posibilidad de que los autores de semejantes atrocidades salgan de prisión sin arrepentimiento. Ha querido ser quien ponga voz a la lucha que Rocío Viéitez emprendió para impedir que su exmarido pueda volver a la calle después de haber asesinado a sus hijas Candela y Amaia con una radial. Un camino difícil en busca de respaldos en la plataforma Change.org y en el que no se persigue más que poner a la sociedad y a los políticos ante su propio espejo. Viéitez afirma que no busca venganza ni reniega de la reinserción, pero reivindica el peso de la realidad frente a los buenismos de la sociedad en la que vivimos. Reivindica su derecho a sentarse delante de quienes promueven el fin de la medida. La mera posibilidad de estar ante "esos 162 votos" del Congreso para pedirles si "podrían, por favor, decírmelo a la cara y hablarme de irresponsabilidad, desproporcionalidad, dignidad, crueldad, inhumanidad...".

En su carrera por lo que considera una justicia justa Rocío está acompañada de Juan Carlos Quer, pero también por Juan José Cortés, por Ruth Ortiz, por Antonio del Castillo, por esos nombres que han sufrido lo indecible y que lamentablemente de estar tanto en la palestra se han convertido casi en invisibles. Es una lucha titánica, dura y en la que no caben medias tintas.

Ningún padre debería sobrevivir a sus hijos y menos aún si esos hijos dejan el mundo a manos de bestias aberradas. No es natural, como tampoco pasar la vida entre rejas. Pero qué quieren que les diga, yo soy padre... y comparto lo que piensa Rocío.

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