Surcos nuevos

Jaime de Vicente Núñez

El libro, ventana al infinito

Parto de la evidencia de que nuestra vida está llena de limitaciones. En primer lugar,  se encierra en unas coordenadas temporales y espaciales. En cuanto al tiempo, es verdad que el que nos es concedido de estancia en este mundo se va expandiendo con los descubrimientos científicos y los prodigiosos avances de la medicina preventiva y curativa, aunque unos y otros se encuentren desigualmente repartidos entre las poblaciones del globo. Respecto al espacio, casi se ha hecho realidad aquel eslogan del NODO, "El mundo entero al alcance de todos los españoles"; los viajes, asequibles y generalizados, y las redes de información nos tienen al corriente de lo que pasa en los lugares más remotos. La limitación, sin embargo, es también patente si comparamos la relativa pequeñez de nuestro planeta con la desconocida inmensidad sideral.

Pero a estas restricciones externas hay que añadir otras de carácter subjetivo, que pienso tienen que ver con la inteligencia y la voluntad. Parece ser que de las capacidades de nuestro cerebro sólo utilizamos un pequeño porcentaje. Lo cierto es que nuestros conocimientos son limitados, generalmente superficiales y a veces erróneos, excepción hecha de Leonardo da Vinci y otros pocos genios de la humanidad (en cambio, si nos ceñimos a los saberes futbolísticos, el número de expertos es considerable). La cuestión de la voluntad es más espinosa. Mucho me temo que la principal limitación para la mayoría de las personas no reside en sus aptitudes cognoscitivas, sino en el desinterés para incrementar su caudal de conocimientos. A este respecto, es paradójico el hecho de que una generación lamente no haber tenido ocasión para formarse mejor y la siguiente rechace de plano las numerosas oportunidades que se le ofrecen para ello.

Si consideran lo anterior un problema, la solución puede estar en los libros, el mejor medio para expandir nuestro universo particular, sin límites predeterminados, y también fin, como contenedores de cultura, entretenimiento y emociones. Imagino a los libros como ventanas que se abren en nuestra mente hacia los paisajes más diversos, mostrando además nuevos aspectos cada vez que nos asomamos a ellas. Es una de las mejores formas para hacer nuestras vidas más ricas, superando las limitaciones existenciales. En definitiva, los libros son, como pudo ser el bíblico árbol de la ciencia del bien y del mal, el instrumento que nos permite diferenciarnos del resto de los animales y avanzar algunos pasos hacia la utopía divina.

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