La inoportunidad del momento

Hay que saber elegir bien cuándo deben abordarse los asuntos importantes

Por lo que se ha conocido, la comisión propuesta por el PSOE para reformar la Constitución española (CE) ha nacido sin pulso vital. Por un lado, ni Unidos Podemos ni PNV, ERC, PDeCAT y Bildu participarán; por otro, el PP no tiene intención de cambiar la Carta Magna; y, por último, Ciudadanos estará presente, pero no oculta su escepticismo. Por tanto, no parece que vaya a conseguirse mucho. Al respecto, puede concluirse que no se está en el mejor momento para abordar una cuestión que es de suma importancia y que exige el máximo consenso y generosidad, por lo que si se continúa con ese panorama es aconsejable que se espere a que se dé una coyuntura más idónea. Las precipitaciones y presiones son malas compañeras y dificultarían un final feliz. Como en todo, la cuestión del cuándo ha de llevarse a cabo algo resulta crucial; incluso porque podría empeorar las circunstancias y no hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de la inoportunidad de ciertas iniciativas tal como está el patio. Eso no quiere decir que un poco más adelante no se puedan revisar aspectos de la Constitución, cuando las aguas estén más calmadas.

Lo sucedido, en cierto modo, ha dejado algo en entredicho al secretario general de los socialistas, a Pedro Sánchez, pues vendió la creación de esa comisión como una especie de victoria política a cambio de apoyar la aplicación del artículo 155 de la CE en Cataluña, dentro de esa estrategia de ambigüedad mantenida ante el secesionismo catalán, de sí pero no y de no pero sí, hasta que se vio forzado por los acontecimientos a declarar que no estaba a favor de la independencia catalana. Pero a la vez, otro hecho constatable es que se ha vuelto a mostrar que pese a que ganó las primarias de su partido no ha logrado la unidad interna. Es evidente que los socialistas siguen divididos, con visiones muy distintas. Así, por ejemplo, el PSOE andaluz, con acierto, en el tema catalán no ha estado alineado con Sánchez y ha sido mucho más claro en su postura, insistiendo en la necesidad de estar vigilante si se abría el debate territorial con el fin de oponerse a privilegios que agudizarían las desigualdades autonómicas existentes. Todo parece indicar que Susana Díaz y los suyos tienen la sospecha fundada de que Sánchez, para contentar a Iceta y a otros, cedería, en un alarde de aparente y vacuo espíritu progresista y democrático, a las exigencias que le vinieran desde Cataluña sin reparar en que fueran a costa de otras comunidades. Por mi parte, opino lo mismo.

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