IMPORTANTE debate suscitado por el informe PISA (Programa de Evaluación Internacional de Alumnos) auspiciado por la OCDE y que sitúa a España por debajo de la media europea y a nuestra Andalucía, por debajo de la española. Ciertamente, es grave la cuestión, pero con serlo, lo es mucho más la percepción de nuestros gobernantes sobre el problema -suponiendo que lo crean como tal- puesto que sus manifestaciones -'patéticas' fue la calificación de un parlamentario andaluz de IU- se orientan a la ya nada original y, siempre, burda culpabilización de los demás. Que si el retraso cultural, económico..., solapadamente, el PP o, más allá, el franquismo..., el PIB, pero sobre todo el retraso secular de formación en los padres y madres (por ello del lenguaje no sexista), cualquier excusa antes que el más mínimo atisbo de autocrítica, de análisis técnico desde la catastrófica LOGSE -tal vez no en su concepción, pero sí en su desarrollo y los medios utilizados- hasta nuestros días, en los que vemos como se menoscabó el criterio jerárquico y de autoridad, que no autoritarismo, del maestro equiparándolo al 'coleguismo' con el alumnado, al tiempo que íbamos entrando en la senda del igualitarismo en la mediocridad para culminar con el paso de curso con cuatro asignaturas pendientes...

Pues bien, cuando se vive en la supuesta octava potencia mundial y los gobernantes presumen de ello, hay que reaccionar de forma distinta a la de 'matar al mensajero', táctica bastante utilizada, por cierto, en esta Legislatura casi finiquitada. Lo que sucede es, que remontarse a circunstancias históricas y, especialmente, a la formación paterna deficitaria, roza la falacia, primero porque los datos son objetivos y tozudos, baste ver en Andalucía, que es lo que nos afecta directamente, que estamos peor que en el informe del año 2003, que seguimos los últimos y, además, ha aumentado la distancia con la media de España y, sin embargo, los padres éramos los mismos, ¿o no?, señores gobernantes. En segundo lugar, resulta contradictorio que se aluda a los padres por quien es padre de la misma o cercana generación de los aludidos como insuficientemente formados y, sin embargo, ha llegado a ser Presidente del Gobierno con el voto de muchos de esos padres de los que, ahora, reniega. No, no vale que los éxitos sean exclusivos de los políticos y los fracasos, de los demás, sin por ello negar el papel familiar en la educación, ¡cuánto habría que debatir sobre ello!, pero la formación escolar se alcanza, también y, sobre todo, más allá de la familia. Qué pena de algunos 'socialistas del siglo XXI', tan cercanos en la memoria a lo negativo y doloroso de nuestra historia y tan alejados de sus mejores símbolos que en el tema educativo, que hoy nos ocupa, fue don Fernando de los Rios.

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