La importancia de las formas

Se puede ser muy duro con algo o alguien sin necesidad de recurrir a lo soez y a lo mezquino

La actualidad o, mejor dicho, lo que es actual suele tener, en general, una corta permanencia con tal denominación. Un asunto suplanta a otro y este último lo será por el siguiente, y así sucesivamente. Además, salvo excepciones, nos cansamos de la reiteración del mismo tema. Por tanto, similarmente a lo de tempus fugit, atribuido al poeta latino Virgilio, se podría afirmar que lo actual huye, vuela o se escapa. Por otro lado, el que algo tenga la propiedad de interesar especialmente por encima de otros posibles depende no sólo de sus características sino, más que nada, de qué otras cosas han salido a la palestra. Eso explica que las detenciones relacionadas con la Federación Española de Fútbol -sobre todo, la de su presidente, Ángel María Villar-, que eran la estrella mediática, hayan pasado a un segundo plano a raíz de la noticia de la muerte del ex banquero Miguel Blesa, quien según todos los indicios parece que se ha suicidado, contradiciendo las primeras versiones de la familia declarando que se había tratado de un accidente.

En buena medida es comprensible esa clase de manifestaciones en los suyos. Al respecto, ante hechos de este calibre se dan dos clases de circunstancias; una es el fuerte impacto emocional que provoca la muerte de un ser querido, lo que lleva, a veces, a querer negar hasta lo que resulta muy evidente; y, otra, que en nuestra cultura quitarse la vida no goza mayoritariamente de ninguna aceptación, a diferencia de en otras, en las que tal acción es considerada como digna, respetable y adecuada cuando concurren determinadas situaciones. A partir de aquí resulta comprensible que se busquen con ahínco razones externas que expliquen o ayuden a entender el por qué alguien decide acabar drásticamente con su existencia. En el caso que nos ocupa hay quienes han sacado lo de la presión pública a la que estaba sometido Blesa, como consecuencia de sus causas con la justicia y de lo que se había dicho de él en esas redes sociales en las que muchos dan rienda suelta a todo tipo de bajezas e inmundicias, parapetados en la libertad de expresión, como si esta no pudiera ejercerse y hacerse efectiva en modos civilizados. Se puede ser muy duro con algo o alguien sin necesidad de recurrir a lo soez y a lo mezquino. No todo es permisible, ni siquiera aunque se haya demostrado una culpabilidad. La verdadera democracia no se reduce sólo a poder votar libremente, también posee contenidos éticos y morales, y sin ellos se pierde su valioso sentido.

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