Oye niña, ¡qué espectáculo! En pleno 28 F y ante una multitud de ilustres homenajeados, le diste al cante para exaltar a esta Andalucía que ya tus antecesores calificaron de imparable. No se sabe si estaban plomeaos o si querían seguir roneando al personal.

Así, guerrera, como impone tu personalidad, saliste a los medios y les hiciste un número de prestidigitación que ni Uri Geller. Nada por aquí, nada por allá. Pura magia.

Tras décadas de gobierno y transferidas las competencias por la Administración central es comprensible que la cautiva clientela aplauda a rabiar, pero quienes soportan tanta tralla no acaban de cuadrar el sueño de aquella California de Europa que nos vendió Pepote o la de "la mejor generación de la historia" que nos vendiera Chaves, ajenos a ese neorealismo andaluz que caracterizara Pepe Isbert en esa inolvidable secuencia de Bienvenido Míster Marshall.

Ni una hoja rozó el horizonte crítico de una tierra que soporta los índices de atraso más altos entre aquellas regiones de Europa. Ni una gota de agua cayó sobre esta ensoñación sureña que se nos dio por la naturaleza para gozo y disfrute de sus gentes.

No se llega a explicar, con la que está cayendo en el SAS, tal felonía, tanto espantajo y tanta grasa con que disimular el desvarío sanitario.

Los pacientes que sufren la zafiedad de aquellos bienmandaos, ordenanzas-gestores de una aciaga política, han saltado a las calles hasta hacerte llegar su rechazo y hartazgo. Silencio.

Por la misma calleja andan las sombras de la "estrategia educativa" donde todos los órganos evaluadores nos premian con orejas de burro en ciencias, matemáticas y compresión lectora, sin contar con la tasa, el tasazo, del asombroso abandono escolar.

Para cerrar el círculo del triunfalismo, mira tú que ni una palabrita sobre el paro, ni un respirito para asumir su responsabilidad, después de tantos años en el furgón de cola. Ni un murmullo sobre el rompecabezas del partido.

Te ha faltado coger al toro por los cuernos, hablar del jornalero, de la presión fiscal, del desfonde minero y el desastre de la industria naval, de la insufrible burocracia, de los trinques del ERE y los mangazos de Formación... de Cáritas, Cruz Roja, del Banco de Alimentos... Ni pío.

Mientras, del "tinglao de la farsa", sin saber como, aparece un gran conejo blanco envuelto en la bandera andalusí. Hechizo susanista. Y así, cuarenta años.

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