Se habla del campo

La agricultura onubense, generadora de empleo, podría multiplicar su contribución a la riqueza nacional

No era fácil la tarea de Guillermo Téllez, director de la Fundación Caja Rural del Sur, de presentar a Antonio Garrigues Walker el pasado miércoles en la conferencia de inauguración del III Congreso Internacional de Frutos Rojos. La principal dificultad residía en condensar en tiempo razonable la impresionante trayectoria de uno de los profesionales más inteligentes e influyentes de nuestro país, que hasta los ochenta años fue presidente ejecutivo del prestigioso gabinete de abogados que fundó su padre y que ahora, tres años después, ejerce una actividad incansable en entidades no lucrativas, a la vez que sus opiniones continúan siendo escuchadas con el interés que corresponde a su madurez intelectual y a una experiencia sin igual en el mundo empresarial.

Mientras paseaba por el escenario del Auditorio de la Casa Colón, lleno a rebosar, Garrigues habló de El mundo global, un tema que le es muy querido y en el que su magisterio se alimenta de una dilatada relación con grandes empresarios, especialmente de Estados Unidos y Japón. Pero su discurso no fue una "lección magistral" al uso, sino que en él fue desgranando una serie de ideas sencillas, que conforman un manual imprescindible para toda empresa que aspire a situarse con garantías en los mercados exteriores; en una invitación a la reflexión para los profesionales de un sector tan dinámico como el de los frutos rojos.

En la misma semana, el viernes, otra cita imprescindible para la agricultura onubense: con el secretario general de Agricultura y Alimentación, Carlos Cabanas, convocado a un desayuno de trabajo por el Foro Joly, que moderó el director de Huelva Información. Su ponencia y el coloquio que la siguió pusieron de relieve aquellos asuntos en los que es necesaria una línea de diálogo permanentemente abierta entre los empresarios agrarios y las administraciones públicas. De modo especial, en lo relativo a la necesidad de inversiones para incrementar las disponibilidades de agua en nuestra provincia. Es claro que, con una pluviometría y unas temperaturas idóneas, la agricultura onubense, generadora como pocas de puestos de trabajo, podría multiplicar considerablemente su contribución a la riqueza nacional, si su superficie regable se potenciara. La realidad es que hoy, de 1.200.000 hectáreas de riego en Andalucía, apenas corresponden a Huelva 50.000: otro motivo para la reflexión serena y lúcida.

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