Debo confesar la confusión que me suscita, de manera cíclica, el ínclito ZPedro. Parecía, hace solo unos meses, que con motivo del "conflicto" catalán se orientaba mejor en el ejercicio de sus responsabilidades opositoras con un discurso -sin dejar de plantear condiciones- más equilibrado en la defensa de los intereses del Estado. Sin embargo, todo se presenta como un espejismo puesto que continúa con sus incoherencias, sus decisiones de perfil individualista al rechazar personas, no contenidos o ideas, abstrayéndose del beneficio estatal y lo que es más grave aún, sin ofertar alternativas en una recuperación de su posición reiteradamente negativa per se y escasamente o demasiado superficialmente argumentada.

Y es precisamente el desconcierto lo que me suscita a preguntar ¿qué es lo que le gusta a ZPedro? Porque da la impresión de que todo lo que no es de su propia cosecha, lo rechaza. Si tenemos en cuenta el frenético ritmo de los acontecimientos en la actualidad, esa actitud lo deja al descubierto por incoherente.

Pongo ejemplos. Resulta evidente que no quiere a Susana Díaz, lo cual, haciendo un ejercicio habitual en él, si cogemos una parte por el todo y extrapolando (tal que un ventajista silogismo) concluiremos que no debemos gustarle los andaluces. Así es su prototipo argumental en el debate político.

Rechaza a De Guindos porque quiere una mujer para la vicepresidencia del Banco Central Europeo y lo adorna, según el prototipo citado, diciendo medias verdades, pero sin ofertar ninguna candidata alternativa. Es decir, negar por negar.

Claro que, cuando días después, niega el apoyo a Elena Valenciano para la presidencia del grupo socialdemócrata en el Parlamento Europeo, se le cae el castillo de naipes porque el oponente de Valenciano es hombre, alemán, Udo Bullmann, del grupo socialista coaligado con Merkel. De paso, deja a los pies de los caballos a su portavoz en el Congreso que defendía la cuestión del género para justificar el tema De Guindos y ahora tiene que eludir opinar sobre lo de Valenciano.

Por fin, no le gusta el gesto individual, sentimental y afectivo de Marta Sánchez. ¿Por qué?, ¿por el impacto emocional generado o porque lo que no le gusta es el himno? Quizás olvide la influencia de Felipe González en el patriotismo de Marta Sánchez al enviarla a cantarle a las tropas -de reemplazo, por cierto- en la primera Guerra del Golfo. Quizás no lo recuerde ya. Además, por aquellos tiempos, quizás ZPedro estaba chupando banquillo y tampoco le gustaría.

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