Caleidoscopio

Vicente Quiroga

De fútbol y fracasos

ALGUNOS dirán: "¡Con la que está cayendo y éste escribe de fútbol! ¡Cómo si no hubiera ya demasiado espacio en los periódicos sobre el tema!" Pero también otros asuntos y de manera exacerbada los políticos en estas jornadas preelectorales, se ven saturados por noticias y comentarios de todo tipo. Éste lo iba demorando hace unos días pero por su carácter no pierde actualidad. Hablaba de ello con mis buenos amigos José Luis Ruiz, José Antonio Mancheño -entrañable compañero columnista en estas páginas- y Juan Manuel Díaz del Valle, en el curso del Foro Joly que se celebró en Huelva. El fútbol y su circunstancia y Tony, que tiene una gran experiencia sobre la cuestión, se refería al modelo de las sociedades anónimas deportivas como fórmula para gestionar los clubs.

He reflexionado después sobre lo que en principio se consideró una gran panacea para el fútbol español y cuanto he consultado sobre tan discutible solución me descubre un gran fracaso. Recordemos: en 1992 los clubes españoles del fútbol profesional se convirtieron en sociedades anónimas deportivas, con la excepción del Real Madrid, Barcelona, Osasuna y Atlético de Bilbao. El sistema consistía en que las nuevas entidades se financiaran con capital privado y fueran sus accionistas quienes se responsabilizaran de la gestión, es decir, los que cargaran con los resultados económicos, los beneficios y las pérdidas. Tras quince años de funcionamiento de este procedimiento el balance no es precisamente positivo. Ni ha funcionado bien la fórmula ni la gestión. Los números rojos en general se han multiplicado y el derroche desorbitado ha acompañado a muchas de esas desafortunadas administraciones. Los clubs arruinados o endeudados no lo están por haber construido estadios ni ciudades deportivas ni mejora de las instalaciones, sino por haber realizado fichajes onerosos y desacertados, haber admitido contratos desmedidos y abusivos, a veces en operaciones poco transparentes y haber actuado arbitrariamente con la soberbia de los advenedizos, ambiciosos y faltos de escrúpulos.

Con lo cual sus situaciones económicas resultan aún peor que antes de convertirse en sociedades anónimas deportivas y en muchos casos en lugar de ser propiedad de la gran masa social, como antes, lo son con frecuencia de unos pocos accionistas. Todo lo cual ha descapitalizado económicamente a estas "sociedades" y, lo que es peor, las ha despojado del gran valor de los sentimientos. Lo que parecía iba a ser el desentendimiento de la Administración, se ha convertido en algunos casos en la concesión por distintas maneras de dinero público a entidades privadas en forma de convenios, subvenciones, aportación de las televisiones autonómicas, cuyo déficit en ciertos casos es notorio, y el socorrido recurso de las recalificaciones.

De esta forma los estadios han pasado a ser los grandes referentes de los clubs a la hora de amortizar deudas y todo ello pidiendo ayuda a la Administración. Antes de terminar 2006 se calculaba que en los últimos cinco años unos diez clubs de fútbol habían ingresado más de mil millones con cambios en el uso del suelo. Con esto está dicho todo. Claro que de esto no hablan los hinchas.

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