Una ola de frío planea sobre Europa. Y nos ha pillado con los deberes sin hacer, entre otras cosas porque maldita la gana que teníamos de hacerlos. Ahora nos sobrecogemos (levemente) con las imágenes de los campos de refugiados que tenemos en el centro de Europa: se calcula que habrá unos 60.000 inmigrantes y refugiados atascados en Grecia, unos 15.000 en Bulgaria y 8.000 en Serbia. Un desastre sin precedentes, con las organizaciones humanitarias improvisando, con los gobiernos de turno poniéndose de perfil y con las autoridades europeas escurriendo el bulto. Y mientras, miles de criaturas soportando temperaturas bajo cero en precarias condiciones.

¿Qué nos pasa? Hace una década las organizaciones sociales de esta ciudad nos juntábamos en la plaza de Las Monjas cada vez que un inmigrante fallecía en el Estrecho. Uno solo bastaba para levantarnos indignados y salir a la calle. Hoy son miles, en distintas rutas migratorias, hay campos de refugiados por media Europa, y apenas ocupa una frase en un informativo. Ni siquiera ahora, con la terrible situación de nevadas, frío extremo y precariedad de las condiciones de vida, consiguen ocupar la agenda informativa ni la política. Son tan sólo una anécdota, un pequeño inconveniente que esperamos que se solucione solo.

Imaginemos por un momento lo que tiene que suponer pasar una noche en una tienda de campaña, con un par de mantas, con niños alrededor, tal vez algún anciano, mal comidos, con la nieve y el viento azotando fuera, en un país desconocido, en un improvisado campamento vallado y vigilado por la Policía, una noche tras otra, sin expectativas. ¿Podemos imaginarlo? Hagamos un esfuerzo, intentemos ponernos en su piel, interiorizar su situación, sentir lo que ellos estarán sintiendo. ¿Qué le diríamos a nuestro hijo al oído mientras lo acurrucamos bajo la manta, en un estéril esfuerzo por protegerlo del lacerante frío?

Eso es empatía: algo que Europa ha perdido. Podríamos resolver esta situación en un par de días, disponemos de recursos y de capacidad logística, incluso los ciudadanos han expresado su voluntad de acoger a estas personas. Pero no lo hacemos: hemos permitido que se cronifique una situación que vulnera los Derechos Humanos. Ha llegado el frío, morirán muchos. Y, por desgracia, llegará el calor y morirán más. Y Europa permanecerá insensible… a no ser que los europeos reaccionemos. ¿Tendremos la dignidad de exigirles a nuestros gobernantes altura de miras y humanidad?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios