Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Desde mi experiencia

Lo más importante de los yihadistas no es su religión, como tampoco la clave de los etarras era que fueran vascos

Me curé del racismo dos veces. La primera cuando, con la veintena a cuestas, aterricé en Inglaterra y alguien que pocas veces había salido de su terruño se dio de bruces con un mundo nuevo, o mejor dicho, con varios. Gente de distintos colores y olores, con vestidos que jamás había visto y comidas que nunca probé, que hablaba idiomas diferentes y a quienes el cateto de Bilbao tenía que luchar por no dejar de mirarles; sencillamente me fascinaron y todavía siguen haciéndolo.

La segunda vez tuvo que esperar. Cuando cubrí los incidentes racistas de El Ejido, sané del todo. El disparate en el que me encontraba, la caza al moro simplemente por serlo, la cantidad de atrocidades que tuve la desgracia de escuchar, me anestesiaron para los restos.

Por eso me duele leer y escuchar a lo más bajo y cruel del ser humano tan pronto como se nos pasó el impacto de los asesinatos en Barcelona. El maniqueísmo siempre ha sido acusado de simplista y en muchas ocasiones es así; la vida no es una sucesión de blanco o negro, sino que entre medias hay una infinita gama de grises. En este caso, sin embargo, creo que deberíamos replanteárnoslo. Ocho de cada diez víctimas del Daesh son musulmanas; los mayores atentados de esta banda de alimañas no han sido cometidos en Barcelona, Londres, Niza o Berlín; han sido en Kabul, Bagdad, en Siria o Yemen. No tratan de "destruir nuestro modo de vida", primero porque no pueden y lo saben y segundo porque viven en él. Los terroristas de Barcelona estaban absolutamente integrados en la vida de la ciudad condal y de los pueblos donde residían. No se trata de luchar por la "interculturalidad" o la "multiculturalidad", sencillamente porque he descubierto que me importan un higo. Y tampoco se trata de una guerra santa a pesar de que musulmanes y católicos tenemos una larga tradición de matanzas entre ambos bandos. Tenemos que derrotar a esta peña, simplemente porque quieren sembrar el terror allá donde vayan. Los que profesan la religión musulmana no nos deben ninguna disculpa, condena o aclaración. Se lo digo desde mi experiencia. Llevo toda mi vida justificando que soy de los buenos, no de los otros. Lo que me da rabia es que cuatro décadas de terror no nos hayan servido para nada. Lo importante de ETA no es que fueran vascos, es que eran unos asesinos. A ver si esta vez nos sirve para algo.

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