Antonio Castro / Ancastro@huelvainformacion.es

Desde la estética a la necesidad

CUANDO las sociedades nadan en la abundancia o al menos en la satisfacción de sus principales necesidades la estética se impone a la realidad. Hasta ahora, el debate se encauzaba por el dilema modernos/antiguos, una vez que el relativo a derecha/izquierda se quedaba obsoleto por no haber diferencias de fondo entre estas dos últimas tendencias: visten igual, viven igual, se enredan igualmente en los mismos debates irreales

Con la llegada no ya de la crisis sino de la cultura de lo necesario, el mundo de la estética empieza a perder valor. Una historiadora del diseño acaba de declarar que es malo que no se lleve ya eso de ser modernos. Y todo apunta a que lo que se nos viene encima son malos tiempos para la lírica y por tanto también para la cultura de la estética, la moda y la puesta en valor de lo virtual como sustituto de lo real.

Cuando las sociedades se sacian, al menos desde el Imperio Romano, se corre el riesgo de llegar a la estupidez, es decir, a valorar cosas y formas alejadas del compromiso social, ético y real. Lo que viene ahora es, posiblemente, el declive del diseño no como oficio sino como forma de interpretar una realidad falseada y construida sobre todo tipo de complejos sociales y neobarroquismos urbanos.

Sólo considerando esta catarsis que se nos anuncia por culpa del hundimiento del país en un estadio inferior de más pobreza la crisis puede ser positiva si nos hace ver lo importante que es vivir en una sociedad que todo lo tiene y no siempre lo utiliza bien. A pesar de todo, a los políticos, cuando se enfrentan en el Congreso para decidir cómo hay que llamar a lo que se nos viene encima, se les ocurre hablar del IPC. O sea: malos tiempos para la lírica.

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