El esperpento sigue

El esperpento continúa con la ambigüedad tacticista del PSOE y las propuestas de Iceta

Queremos tanto a la política que volvemos a ella para dignificarla", decía Antonio Maura. Pues bien, en el caso de que nuestros políticos de hoy conocieran al personaje citado -improbable en muchos casos- lo cierto es que ese aserto no forma parte de su ejercicio de servicio público cotidiano y es que la evidencia nos demuestra que el esperpento sigue vigente en la acción política.

El fugitivo catalán se cree un exiliado histórico, ilustre y hasta molt honorable, en su andadura asimilable a la de cualquier iluminado u orate, lo mismo pide protección policial que reniega de esa UE que esperaba con los brazos abiertos la integración de una Cataluña independiente o sutilmente lamenta que no se produjera ninguna muerte que los victimizase aún más, hasta llegar a afirmarse, en un ejercicio de cinismo supremo, la amenaza de "pucherazo", cosa que él conoce sobradamente utilizando, sin recato alguno, un censo universal, urnas opacas de contenido oculto… en su "ejemplar y limpio referéndum". Por fin y en un alarde de antiespañolismo, se presenta en la ópera: El Duque de Alba. El personaje más odiado de la historia por los belgas a lo que añade el golpe de estado que supone aplicar un artículo constitucional. Algo pues, tan incoherente como esperpéntico que, para no ser menos, el propio Pablo Iglesias cae en el mismo erróneo concepto.

Pero ¿y los constitucionalistas?, salvo C's -no soy dudoso en cuanto a la crítica hacia ellos en lo necesario- que mantiene el discurso por encima de la supuestamente corrección política, los otros, el PP partido -no el Gobierno-, ¿dónde está? No puede ser que Rajoy sea quien haga el discurso constante y se desgaste aún más, mientras despeja a córner los balones de la acción de gobierno que necesita el país, además del 155 y las elecciones catalanas.

Y el esperpento continúa con la ambigüedad tacticista del PSOE -¡cuánto le ha ayudado a ZPedro el 155!- y las propuestas de Iceta volviendo a la aspiración del federalismo asimétrico, expresada en la condonación de la deuda y una Hacienda propia, a fecha de hoy técnicamente imposibles. Es evidente, pues, que seguimos sin aprender. Que la voracidad autonómica no va paralela a una buena gestión y si la experiencia de diecisiete modelos educativos o sanitarios se está mostrando fallida y no equitativa, imaginen la Hacienda propia con el riesgo para el control e inspección de los recursos. El esperpento sigue y el desastre se acerca.

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