Fernando De La Torre

Sin que yo me lo esperara

La vida cofrade de cada uno es como el resto de la vida de cada individuo, un mundo. Y esto viene a colación, querido lector, (¡ah!, gracias por estar ahí un año más), a que en mi ya largo itinerario costalero, cuando todo parece ir camino de vuelta, cuando uno empieza a pensar en aquellos primeros tiempos (mal síntoma sin duda), cuando busca un soñado y ejemplar epílogo en su carrera, vas y te encuentras con una gente que siempre ha estado ahí, a los que si me apuran, nunca has prestado atención y con los que no se por qué me veo compartiendo trabajo, afición, amistad y en ya casi todas las facetas del cofrade, devoción .

Mi devenir costalero, me ha llevado a encontrar una gente que sin duda me han devuelto la ilusión por el trabajo, las ganas de seguir bajo los pasos, por ganarme su amistad y confianza, en definitiva he vuelto sin yo esperarlo a esos primeros de los ochenta donde la complicidad y el compañerismo eran las insignias más preciadas en una cuadrilla.

Gente buena del Polvorín, gente del Señor de las Penas, gente llana, sencilla y costalera con quienes al calor de una conversación eres capaz de desear con todas tus fuerzas la llegada de un nuevo Lunes Santo, ¡como antes!, ¡como al principio!

Gente con la que compartes todas tus intimidades cofrades, que te acogen y te hacen suyo desde el primer momento, con las que sufres y te alegras, con las que ríes y lloras, a las que besas a modo de saludo en un gesto de hermandad y absoluto cariño.

Qué orgullo sentirme de los suyos, cuánta complicidad en pos de nuestra Semana Santa, así siempre y hasta que el Señor de las Tres Caídas lo disponga, será cada año.

Por eso y en este primer artículo tras el pasado Lunes Santo, no quiero dejar pasar un minuto más sin agradecer públicamente a todos la acogida que me dispensaron y lo que de mi vida costalera han conseguido.

Gracias Fabián, qué honor estar a tus órdenes; Antonio, Pedro, Fernando (cuánta complicidad ¿verdad tocayo?); Isidro, aún sigo por aquí; Josema, quinto mío en esto de las trabajaderas;Enrique, la generosidad en el trabajo; Fali, patriarca, amigo y aficionado hasta el morir; Alfonso, la voz del Señor de las Penas; Andivia, qué razón tenías; Miguel Ángel, Robles, Pablo, Sergio, Pedraza, Juan Antonio, López, Mundi, Cepa, Parreño, Lorenzo, todos...

Ciento veinticuatro personas que con su ejemplo, y su labor me han devuelto la alegría de sentirme costalero en esta cuadrilla del Señor de las Tres Caídas. Yo el ciento veinticinco.

Así lo siento y así quiero compartirlo con usted, querido lector, por que las alegrías entiendo deben ser compartidas y ésta, de veras, es una de las mayores alegrías que en mi vida de cofrade he tenido. Gracias Señor, por que de alguna manera has querido compensar mi entrega a Ti.

Que Él os bendiga a todos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios