El encanto del disidente

Errejón debería presentarse a las europeas de 2019 con lista propia: a Iglesias y Espinar se les iba a quitar la tontería

La nomenclatura pablista de Podemos ha fabricado un atractivo disidente. Los desaires internos a Errejón imitan al marketing electoral. En sus primeras presentaciones públicas, este politólogo parecía un adolescente que se había colado en la corte de Pablo Iglesias. La noche de las europeas del 25 de mayo de 2014 marchaba delante del dirigente máximo como un chaval inseguro. Pero no. Ni adolescente, ni inseguro, ni se había colado, sino que era el cerebro de aquella formación populista que pretendía gobernar España congregando a su vera a indignados de toda condición. Una propuesta transversal, que presumía de no ser ni de izquierdas ni de derechas, sino producto de un corte vertical de la sociedad: los de abajo.

Enseguida llamó la atención su inteligencia, su actitud dialogante y sus buenas maneras alejadas del estilo pendenciero de su entonces amigo y jefe. Descubrimos sombras: una investigación de dudosa utilidad en la Universidad de Málaga, sufragada por la Junta de Andalucía, en la que no hizo acto de presencia. Y poco a poco, con el uso, se convirtió en un disidente. Se le cambió la cara al lado del líder cuando Iglesias recurrió a la cal viva para justificar su voto con el PP contra la investidura de Pedro Sánchez. Se opuso a la confluencia de Podemos con Izquierda Unida, convencido de que en España había más de cinco millones de indignados, pero no cinco millones de comunistas.

Y finalmente desafió al gran timonel de Podemos, que llegó a Vista Alegre II rodeado de una cohorte que controlaba la organización. Errejón propuso un partido más descentralizado, más diverso y una votación más proporcional. Perdió. Fue desposeído de sus puestos de número dos y portavoz en el Congreso, y alejado del césar. Continuaron las humillaciones, como su destitución como contertulio de la Ser… Ahora se atreve a abusar de su debilidad interna hasta un pretoriano de segunda fila como Ramón Espinar, aquel que consiguió un pisito protegido con un enchufe de su padre (tarjeta black) y le dio un pase. Se ha impuesto en precario después de que Iglesias tronase un "no voy a consentir ni media tontería", que no se sabe contra quién era.

Íñigo Errejón tiene una gran oportunidad de sacarle partido a su condición de atractivo outsider: presentarse el 26 de mayo de 2019, pero en vez de a la Comunidad de Madrid, al Parlamento Europeo con una lista propia. Vería como a Iglesias, Espinar y compañía se les iba a quitar no la mitad, sino toda la tontería. Pero no lo hará.

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